Mar 14, 2005

El Argentino Medio

Hoy veo en atlas.org.ar un artículo con una muy buena descripción del “argentino medio”. La autora sostiene que el actual es un gobierno que nos representa muy bien, algo que vengo diciendo desde hace bastante tiempo. Creo que todos conocemos a personas como estas. En lo personal, lamentablemente son tantas que me hace pensar que más que la excepción son la regla:

El argentino medio, ese burgués magistralmente descrito por Hermann Hesse, pretende desenvolverse con un pie en cada lado del río; ama los grises, la excepción mucho más que la norma, y las indefiniciones. Pontifica sobre el valor de la familia pero admite la infidelidad, propia o ajena, con la sonrisita picaronamente cómplice de vivo del barrio. Denuncia a voz en cuello la corrupción de los políticos pero silba bajito revoleando los ojos cuando su cuñado es bendecido con un empleo público, tanto sea de subsecretario de estado, ñoqui de la legislatura o piquetero rentado.

Ese argentino medio que se queja airoso de la insensibilidad de la maestra que amonesta al nene porque escondió el mapa político de Europa antes de la clase de geografía, sacó la lengua al preceptor o se negó a estar de pie mientras se interpretaba el Himno Nacional; que las considera picardías propias de la adolescencia, en lugar de hacer causa común con la escuela para inculcar en la juventud el principio de autoridad, el respeto por los mayores y el valor de las tradiciones y apaña inconductas según quién las realiza. Ese argentino que aplica una moral de situación (“depende, todo depende” dicen unos músicos que escuchan mis hijos… y yo, por extensión) se merece un Intendente inescrupuloso como Ibarra que hoy intenta revertir a su favor los episodios más ilustrativos de su incompetente administración, y se merece un Presidente arbitrario como Kirchner, que sanciona delitos de acción pública al compás de sus acuerdos privados con ésta o aquella corporación y elige responsables con una pinza de depilar para no correr el más mínimo riesgo de extirpar, sin querer, a ningún “propia tropa”.

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