Andrés Oppenheimer se pregunta si Ecuador se puede convertir en la nueva Bolivia del subcontinente. Esperemos que no:
Se preguntan, ¿está Ecuador siguiéndole los pasos a Bolivia? ¿Se convertirá en un país casi ingobernable, que suspenderá de hecho las negociaciones de libre comercio con Estados Unidos y -de buena gana o no- ahuyentará a los inversionistas extranjeros?
Ciertamente, las condiciones están dadas. Ecuador ha tenido siete presidentes en los últimos nueve años -lo que significa que cada uno, en promedio, permaneció en el puesto menos de un año y medio- y aun más ministros de Economía.
Casi todos los primer mandatarios dejan el cargo en medio de disturbios callejeros, buscan asilo político en algún otro país latinoamericano y son reemplazados por sus vicepresidentes, que inmediatamente culpan a sus antecesores de los males del país.
No está claro si el nuevo ocupante del sillón presidencial, el ex 'vice' Alfredo Palacio, un cardiólogo de profesión, podrá terminar el período de su predecesor en enero del 2007. El último presidente, Lucio Gutiérrez, fue expulsado por una sesión inconstitucional del Congreso, después de que él había disuelto la Suprema Corte en una jugada tanto o más inconstitucional.
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