Durante la maldita década del 90 el país era creador neto de puestos de trabajo. Se producía el proceso natural de cualquier economía que se moderniza en un proceso capital intensivo: se destruían puestos de trabajo de más baja productividad y se creaban puestos de trabajo de productividad relativa más alta. El desempleo aumentaba, entre otras cosas, principalmente por la rigidez del mercado laboral y porque año tras año aumentaba la población económicamente activa del país. Más y más gente se sumaba al mercado de trabajo.
Después del golpe a De la Rúa y de la reedición del viejo experimento populista de la sustitución de importaciones volvimos al glorioso modelo mano de obra intensivo de siempre, con destrucción de puestos de trabajo de alta productividad y creación masiva de “puestos de trabajo” de bajísima y nula productividad, como cartoneros, coleros para comprar dólares, “talleres textiles” cuasi artesanales, etc.
Parece que estamos al final del ciclo y ya la economía ni siquiera puede jactarse de la creación neta de puestos de trabajo de bajísima productividad. Cuando se despeje la espesa niebla de la confusión ideológica en la que vivimos, nos encontraremos con un desempleo galopante, el de las cifras oficiales y el disimulado, y con millones de personas con "puestos de trabajo” de tan baja productividad que prácticamente los condenan a la miseria de por vida.
En fin, todo esto es tan harto conocido que honestamente llama la atención nuestra tendencia a volver una y otra vez a estas recetas perimidas.
Pero vos sos un noventista, tenés que ser más solidario :P
ReplyDeleteNo, la verdad me quedé pensando si va a disiparse la niebla. A este gobierno no le conviene que eso suceda, así que el estado actual de indefinición (o definición laxa) quizás dure mientras esté gobernando la gente que saca provecho de ello.