Gran parte del discurso de la izquierda en los 90s era contra la corrupción más que contra el liberalismo. Las críticas contra el liberalismo vinieron después, pero mantenían el foco de la crítica en la corrupción de las privatizaciones más que en las privatizaciones en sí. Hasta no hace mucho era impensable salir a defender el modelo Entel de los 80s.
Ahora que el gobierno progresista explota de corrupción, como era de prever en un modelo hiper estatista y dirigista, nadie dice nada. Es que lo que importa no es si se afana o no se afana, sino si las políticas que aplican los ladrones son las que me gustan a mi.
La corrupción siempre fue una excusa. Al argento promedio lo tiene sin cuidado. Sólo lamenta no estar en condiciones de meter la cuchara.
ReplyDeleteTendrá algo para decir ahora, el autor de ese libro "Robo Para La Corona"?
ReplyDeleteHmmmm.
Te va a decir que esta es corrupción buena. Como los secuestros y las bombas buenas que hacían ellos.
ReplyDeleteSiempre sostuve en la época de Menem que el lenguaje de la izquierda debía ser decodificado. Cuando los progres hablaban de corrupción querían decir privatización. Para ellos la acción de privatizar era corrupción. No se trataba de discutir si tal o cual privatización había sido la óptima o si se había mal adjudicado algún servicio público debido a coimas o retornos. Nada que ver. Privatizar es igual a corrupción para la progresía y no hay nada más que hablar.
ReplyDeleteEste gobierno no ha privatizado ninguna empresa y ha reestatizado varias. Esa es la razón por la que hoy no se habla de corrupción.
Hace algún tiempo oí hablar de pasada a un izquierdista inglés (un renombrado director de cine) sobre la “corrupción de la época thatcheriana”. No dijo nada más y me quedé pensando a que se podía referir. Hasta que recordé las privatizaciones de la Thatcher en la economía inglesa como una de sus principales y mas revolucionarias medidas y entendí que se estaba refiriendo a esos hechos.
Y para quien vivió la época de Frondizi la situación es conocida. Frondizi hizo unas pocas privatizaciones. Ello le acarreo la ira de todo el estatismo argentino con una virulencia insólita. Cuando se fue se lo acusó de corrupto siendo que era un hombre muy honesto que no se enriqueció en la función pública.