Sep 8, 2010

PBI keynesiano

Para no hacer un comentario muy largo en el post de Andy, pego parte de una nota sobre el sacrosanto PBI que todo el mundo usa como indicador de riqueza de un país:

El tema en debate era si el gasto público debía considerarse como “generador de bienestar social” y en consecuencia debía ser sumado como un valor agregado para el cómputo del PIB o si, por el contrario, debía ser tratado como una exacción forzosa al sector privado para atender las “necesidades políticas del Estado”.

En esa circunstancia, Colin Clark recomendó restarlo y no sumarlo, porque lo consideraba un deplorable insumo más que un auténtico valor agregado. De esta manera, sostuvo que se obtendría un dato fehaciente de la producción real de bienes y servicios generados por el sector privado de la economía.

Con gran perspicacia, Colin Clark había cuestionado la metodología de cálculo del PIB propuesta por los keynesianos, porque llevaba implícito un sesgo muy grave. El planteo fue motivo de profundos debates y agrias discusiones. Detrás de la metodología para medir el PIB se encontraba la intención de sacralizar la teoría de John Maynard Keynes (1883-1946). Los estadísticos que plasmaron la metodología de cálculo de las Cuentas Nacionales partieron de la conocida ecuación keynesiana que sostiene que el Producto Nacional Bruto es igual a Consumo, más la Inversión de empresas y hogares, más el Gasto Público del gobierno.

En cambio, la propuesta de Colin Clark tenía un fundamento inobjetable, que terminó siendo aceptado por su oponente Simon Kuznets (1901-1985) pero no fue tenida en cuenta por los tecnócratas de la ONU que elaboraron el Manual que todavía se sigue utilizando para hacer el cálculo (Estudios de métodos estadísticos, ONU, New York, serie F, nº 2/8, rev.1, 1960 y actualización del Sistema de cuentas nacionales, rev. 4, 1993)

Esos argumentos fueron los siguientes:
1º que el gasto público no podía tomarse automáticamente como una contribución positiva para aumentar la producción de bienes y servicios sin saber cuál es su destino.
2º que el gasto público podía convertirse en un monumental despilfarro sin efecto cooperante sino, por el contrario, en un paradigma de destrucción de la riqueza.
3º que muchos gobiernos ofrecían pésimos servicios de salud pública, educación, justicia y seguridad, lo cual obligaba a los ciudadanos a contratar privadamente esos mismos servicios duplicando el gasto para lograr prestaciones razonables.
4º que en ciertos casos, el gasto público se utilizaba para fabricar armas de destrucción masiva o preparar invasiones militares a países vecinos, lo cual de ninguna manera puede considerarse como un positivo aporte al bien común.
5º que en muchísimas oportunidades, el gasto público encubría despilfarros, obras faraónicas, subsidios dolosos y sobreprecios en obras públicas, destinados a engrosar la fortuna particular de los funcionarios que intervenían en este proceso.
6º que en el mejor de los casos, el gasto público se destinaba a proporcionar empleos políticos que no agregan ningún valor, multiplicando cargos y funciones inútiles, creando organismos inoperantes y designando parientes o amigos de ministros y parlamentarios.


Por todas estas razones, Colin Clark (Las condiciones del progreso económico, Alianza edit., Madrid 1967) sostenía que el andamiaje del gasto público sólo sirve para ocultar la transferencia de renta de sectores productivos a sectores parasitarios de la sociedad.


Los puntos 5° y 6° son regla general en Argentina.

3 comments:

  1. Keynes, lo voy a decir rápido, es un corrupto intelectual, un perverso, funcional a lo peor de la política.

    Demás está decir que es el modelo que están implementando los K. con Merceditas: dólar planchado + inflación para potenciar el consumo.

    El prof.Huerta de Soto lo explica aquí

    Si Dn.Jesús está equivocado y es Keynes el que estaba en lo correcto, lo sabremos pronto.

    ¿Tal vez en un año y medio, dos?

    (gracias Rothbard por su ref. al curso de JHS)

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  2. De nada, JHS es un showman además de saber mucho.

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  3. Pero por supuesto, la perrada del “modelo” quiere vender a toda costa que el gasto público suma, no resta.

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