En Cuba la policía persigue a los contrabandistas, acérrima,
duramente. Requisa transportes públicos, los pocos autos particulares que hay,
personas con bultos sospechosos.
¿Qué tipo de contrabando busca la policía cubana? ¿Qué
cargamento tan peligroso que merezca tan denodado esfuerzo, tan dura tarea? ¿Qué
es tan valioso que merezca pasar los férreos controles aduaneros de la isla,
arriesgarse al duro castigo por transportarlo en su interior, en contra de la
ley? ¿Cuál es la sustancia, el terrible cargamento cuya introducción,
transporte y posesión está prohibido por el Estado y que la población trafica y
busca casi desesperadamente?:
Comida.
Entonces hay contrabando de comida. Es difícil desde afuera saber
cómo, pero se ingresa comida, que vale oro en el mercado negro o en la mesa familiar,
que sirve como medio de trueque o intercambio. Pero que, de todas formas, es un
bien altamente valorado dada su carencia.
El comunismo cubano ha sido largamente incapaz de satisfacer
la necesidad alimentaria de la gente en la isla. Una vez acabada la teta
soviética entro en una espiral descendente, la cual, a veces, desaceleró bastante
su imparable caída, pero nunca se revirtió. Últimamente en el absoluto fracaso
del régimen castrista se aceleró notablemente.
¿Qué ha hecho el régimen para evitar esto? Nada. Nada puede
hacer. Si hay contrabando significa que es porque el régimen no provee. Pero
esto no puede ser puesto en evidencia. Entonces se criminaliza la solución social. Lo que hace es censurar su vergüenza castigando a la población que
busca paliar un poco su necesidad, ya ni siquiera solucionarla.
Otro punto atroz del hambre en Cuba es que el 50% -cincuenta
por ciento- de la tierra apta para cultivo está sin trabajar. Hay una población
con carencias alimentaria y la mitad de la tierra cultivable está sin serlo. ¿Por
qué? Por la ineficacia y la perversión intrínseca del régimen comunista castrista.
Entre el más liviano de los regímenes autoritarios; pasando
por los totalitarismos varios, fascismo, socialismo, comunismo; la diferencia
es sólo de grado. Se puede trazar una línea que va de Pol-Pot o de la dictadura
de Corea del Norte, pasando por la URSS, Cuba, La Alemania Nazi, el Fascismo
Italiano y así sucesivamente hasta llegar a lo que usted considere un régimen
autoritario – los acuerdos tienden a ser menores en cuales gobiernos entran en este
último término.
A su vez la pendiente
entre un gobierno autoritario y un régimen totalitario puede atravesarse
imperceptible, paulatinamente, en un tiempo más o menos breve. No todas las
dictaduras llegan de golpe por vía revolucionaria, ni violenta. Un país puede,
en el transcurso de un siglo o una década o un lustro, devenir en un Estado
totalitario.
Las diferencias también se dan en el cuándo, el cómo y en
el qué es lo que se considera un Estado totalitario.
De impedir, por parte del Estado el ingreso y/o egreso de
bienes, de impedir la expresión libre del pensamiento, de restringir los medios
de comunicación, a impedir la entrada o salida de personas, implementar el
delito de opinión y la censura de prensa; la diferencia es sólo de grado y la
pendiente se transita paulatina, casi imperceptiblemente.
De segregar a personas por su parecer, pasando por impedir
la expresión de ciertos pensamientos hasta encarcelar a las personas por sus
opiniones; desde la censura colectiva, pasando a la constricción legal de
cualquier actividad de las personas hasta su impedimento total; desde la
segregación de las personas, pasando por las prohibición de su circulación, su
encarcelamiento, hasta llegar a su desaparición física; la diferencia es sólo
de grado y la pendiente se transita paulatina, casi imperceptiblemente.
Nadie, prácticamente, en la Alemania del Tercer Reich,
cuando empezaron las limitaciones a los judíos y los campos de reclusión –que en
principio se usaron para opositores políticos y eran sólo campos de trabajo-,
entre otros acontecimientos, esperaba ni se imaginaba remotamente, que las
cosas llegaran tan lejos como llegaron. Visto en retrospectiva el desarrollo aparece
lógico e inevitable, pero vivido in situ, prospectivamente, prácticamente nada permitía
prever lo que habría de venir.
Nadie tampoco cree ser participe, coautor, de los hechos en
sus extremos más desgraciados y siniestros, esos que ocurren en las profundidades
del sistema. Todos creen estar protagonizando las bienaventuranzas que
acontecen en la superficie.
Creo que esos matrimonios de ancianos citadinos que yo he
visto hacer avanzar, obligados a mirar, literalmente a golpes de culatazo por
los soldados americanos, en un campo de concentración, para que tomaran
conciencia de la masacre que habían ayudado a construir, sinceramente no sabían
del horror que ocurría allí dentro mientras este sucedía.
Pero el conocimiento, más o menos parcial o más o menos
completo, de los hechos históricos de los totalitarismos del siglo XX nos
permite, hoy en día, saber que ante determinados hechos se pueden suceder, casi
inevitablemente, otros. La habilitación por parte del poder político y la legitimación por parte de la población de ciertos hechos conducen a una escalada que puede terminar en el peor de los estados totalitarios o en alguna de sus instancias previas.
Y una vez instalado
en alguna de esas instancias, un país no sale si no es a través del colapso absoluto
–vale la redundancia- de sus estructuras y de sus clases dominantes
y dirigentes.
De todas formas aunque el peor o los peores escenarios no
lleguen a realizarse no hay ningún consuelo en ello. Cada paso que un Estado da hacia un control más absoluto de la
población civil queda instalado y es difícilmente reversible.
Esta vez, con la experiencia y el conocimiento que tienen ciertas sociedades civiles, no pueden no darse por enteradas.
Don Freeman.
Primicia para “El Opinador
Compulsivo”.
Brillante. Me amargaste la noche.
ReplyDeleteESPECTACULAR ARTÍCULO.
ReplyDeleteHORRIBLES SITUACIONES.
gracias.
Deplorablemente bueno.
ReplyDeleteMuy buen post, Don Freeman. Me gustaría entender por qué estas cosas pasan en ciertas sociedades y no en otras. Creo que tiene que ver con un exceso de vocación de servicio.
ReplyDeleteImplacable pero muy bueno.
ReplyDelete