Recién se lo decía a JL en un comentario, estamos hablando de un país en el que el Presidente de la Nación en ejercicio, que acaba de ser reelecto con 54% de los votos, reivindica a la barbarie como una de las cuestiones centrales que definen a la idiosincrasia nacional.
Debo ser el único que se horroriza por estas cosas.
Vuelvo con la cantinela de siempre. Estamos hablando de un régimen populista. Esta gente no dice ni hace nada sin antes estar convencidos de que es lo que la perrada de a pata quiere ver y escuchar.
Y cuando digo “la perrada de a pata” no me refiero a las hordas de miserables que viven del asistencialismo - porque saben que esa gente los va a votar lo mismo, con o sin discursos populistas – sino a amplios sectores de clases más acomodadas, por ingresos y afinidad cultural.
Ya es tremendo que gente de este nivel llegue al poder y tenga carta blanca para hacer cualquier barbaridad, pero la falta de reacción o, lo que es peor, la reacciona a favor, de una gran mayoría de argentinos – incluida oposición, periodismo, intelectuales, empresarios, gremialistas y opinión pública – es para terminar de aceptar que a una mayoría muy cómoda de argentinos no les molesta para nada vivir así.
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