Una mezcla tóxica de complejo de inferioridad disimulado con uno de superioridad, ignorancia, envidia, resentimiento, revanchismo, mentalidad “cuanto peor, mejor”.
Yo lo llamo el síndrome de gran cadena de supermercados que llega a pueblo pedorro del interior. Era muy común en los malditos 90, cuando estábamos mal y no teníamos dignidad.
El súper local funcionó toda la vida en un galpón inmundo, con restos de teresos de rata en las góndolas, sin aire acondicionado, vendiendo productos de cuarta marca a precios de delicatessen, y tres cajas, lo que garantizaba una cola de media hora para pagar un paquetito envuelto en papel de almacén de 200 gramos de salchichón primavera cortado para sánguche.
Pero los clientes se indignaban – por cualquier cosa - con el súper nuevo de la cadena, el que construyó un local flamante, respetando todas las normas de seguridad, incendio, limpieza y cadena de refrigeración, el que tiene salidas de emergencia habilitadas y un aire acondicionado que la gente va de pulóver a hacer las compras, el que vende productos de primera calidad a precios 30% más baratos que cualquier otro negocio 50 kilómetros a la redonda y tiene una hilera de 18 cajas.
El razonamiento es que los consumidores del lugar ya saben que el súper local es una bosta y no esperan nada. En cambio, las expectativas sobre el nuevo son considerables.
El súper nuevo tiene abiertas únicamente 10 de las 18 cajas que tiene, gritémosle como perro a la pobre supervisora. No importa que el supermercado local tenga tres.
El súper nuevo tiene un producto en exposición demasiado cerca de la fecha de vencimiento, hagámosle un flor de quilombo al encargado de la sección. Ya nadie se acuerda de que el supermercado local de toda la vida haya vendido productos vencidos.
El aire acondicionado del súper nuevo no está a la temperatura que yo creo que tiene que estar, acusémoslos de lucrar con el padecimiento climático del Pueblo, a pesar de que a las compras las hicieron toda la vida en un galpón al rayo del sol.
Que a estas cosas las haga Súper Marito, vaya y pase. Pero que las haga [nombre de cadena] es un escándalo intolerable. Y, para colmo, vienen a llevarse las riquezas del pueblo.
Tal cual.
ReplyDeleteHacían colas los infelices para quejarse de que llegaba el Supercadena, y firmaban pedidos para que no se instale en la provincia, y que pobre Marito y la mar en coche.
Ahora bien, una vez instalado, las puteadas no frenaron. Esta vez hacían colas para despotricar contra el supercadena. PERO... todo el mundo iba a comprar al super nuevo, INCLUYENDO y ESPECIALMENTE los que putean. Y nunca más vuelven a pisar Super Marito, que se terminó fundiendo (como tiene que ser).
Qué tenemos en la cabeza? La foto del post los explica todo.
Son las famosas "fallas de mercado"
ReplyDeletePablo
Me ocurrió algo parecido con un conocido que despotricaba contra la sucursal de un super muy conocido. Hasta que un dia lo encontré aprovechando las ofertas del día...Falta que a la cadena el proyecto nac&pop le diga que no pude ganar tanto y que una parte le tiene que dar al pobre Marito...
ReplyDeleteTal cual, un conocido de un trabajo anterior se desgarraba sus vestiduras por el almacenero de barrio... y despues venía con bolsitas de Carrefour.
DeleteTratar de entender a la tribu argenta puede llevar a la locura a cualquiera.
ReplyDeleteRecuerdo cuando aquí en Santa Fe, circa 1997 y en la época que no teníamos dignidad, se 'instaló' el Walter Martín (a.k.a. Wal Mart). Hubo mucho lío por ese entonces; imagínense en una ciudad donde todavía se duerme mucho la siesta y hay costumbres de la época colonial. Hubo mucho resentimiento primero, y muchas expectativas después.
ReplyDeleteHizo falta que el Concejo Delirante sancionara una Ordenanza para 'regular la instalación de megamercados'; y presionados por un formidable lobby de supermercadistas locales que ya habían obtenido, en algunos casos, la calificación Súper Marito AAA+...
Lo cierto es que cuando arrancó el WM, poco tiempo después se adicionó un shopping y un complejo Cinemark. El hecho es que ese emprendimiento vino a proponer nuevas formas de recreación y consumo en el medio; en una ciudad en donde hasta ese entonces solo te daba la posibilidad de comprar cualquier cosa hasta el sábado al mediodía...después, a joderse hasta el lunes.
Por otra parte, incorporaron una numerosa variedad y cantidad de rubros y/o artículos que hasta ese entonces no tenía ningún Super Marito.
El caso es que las 'asociaciones intermedias' (empleados de comercio, pequeñas y medianas empresas, etc.), habían trazado un futuro apocalíptico, con gente en la calle y empresas quebradas.
Nada de eso pasó.
Lo que ocurrió es que los Súper Maritos tuvieron que ponerse los pantalones largos. Adaptarse y competir.
Ninguna de las cadenas locales tuvo que cerrar sus puertas. Es más, abrieron más sucursales, mejoraron la infraestructura, atención y calidad del servicio.
Ah! y algunos, para beneficio de todos, comenzaron a abrir sábados a la tarde y domingos todo el día...
Hoy por hoy, todos tenemos la posibilidad de comprar donde nos dá la gana. Es más, el WM está abierto las 24 horas, y en verano somos varios los que les caemos después de medianoche.
Los únicos que siguieron quejándose fueron un par de fenicios que siempre lucraron de la mano del Estado, y que cuando éste les soltó la mano, tuvieron que vender 'sus empresas 100 x 100 santafesinas'...a capitales rosarinos.
Anteayer estuve cenando con un tío 'porteño'. Tipo queridísimo, sufrido empresario, golpeado una y mil veces en la vida, recuperado otras tantas veces también; quedó viudo, pero no pierde las esperanzas de poder vivir mirando siempre para adelante.
Después de muchas privaciones, y cuando vio oportuno el momento de darse un gusto, se compró un Audi, modelo nosecuanto, nada de otra galaxia, pero bastante petitero el coche.
El tío vive en Quilmes, en un barrio clase media/alta. El caso es que, además de extremar las medidas para su seguridad, el tipo tiene que bancarse otra amenaza más peligrosa. Desde que tiene el consabido Audi, dos vecinos ya no lo saludan; el auto apareció un par de veces escupido en los estacionamientos del super a donde suele ir y ya lo tienen podrido los insultos que le prodigan nuestros queridos compatriotas en cada semáforo que para:
"Qué habrás robado para tener semejante fierro?!"
"Cagador!"
El último piropo fue: "Viejo verga, mirá el auto que tenés mientras hay pibes que se mueren de hambre!"
Esa se lo dijo una mina, 'bien parecida', con un crío en cada mano.
Eso es resentimiento...
Seguro que a los políticos que tiene autos mucho mas lujosos no les dicen nada, acá se odia al que se gana la guita laburando, el que se la afana descaradamente es Gardel, un vivo bárbaro. Con respecto al Wal-Mart yo por esa época vivía en Paraná, y si Santa Fe es chico Paraná es microscópico, encima es insular (por que Entre Ríos quieran o no es una isla fluvial) y recuerdo el revuelo que se armo, que "compentencia desleal" que "nos vamos a fundir todos con estos yanquis" encima osaron poner un Mc Donalds (diminuto por cierto) vaderetro! los gastronómicos pedorros que te cobraban platos de mierda como si estuvieras en el mejor restaurante de París pusieron el grito en el cielo, empezaron a circular los famosos hoax sobre Mc Donalds de que las hamburguesas estaba hechas con lombrices y la gente los comentaba como si fueran una verdad revelada, pero sin embargo en Wal Mart no había día de la semana en que cabiera un alfiler y todos iban y de paso comían en Mc Donalds ya que por $5,50 te clavabas un Big Mac grande, de hecho se convirtió en un paseo social ese súper donde los caretas de la ciudad iban a mostrarse, así de pedorra es esa ciudad (perdón si me lee algún paranaense).
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