Devaluación: un naufragio exitoso
Por Aldo Abram (*) columnista de Ámbito Financiero
04/12/03
En una reciente reunión, el ministro Lavagna consideró que la devaluación había sido un éxito. El motivo: luego de una suba del dólar de 190%, la inflación solamente aumentó 45,4%, manteniendo un nivel elevado del tipo de cambio real.
Lo que no tiene en cuenta este análisis es que este resultado se basó en una enorme presión sobre los precios internos fruto de una caída de la demanda interna real de 17,1% en 2002; luego de una recesión de 30 meses. Además, se sostiene gracias a una fuga de capitales récord el año pasado de u$s 25.706 millones y otra estimada para el actual en alrededor de u$s 16.906 millones.
Un país que no demuestra ninguna voluntad de cumplir sus compromisos y cuya dirigencia tiene un bajo a nulo respeto por los derechos e instituciones seguramente tendrá por mucho tiempo un tipo de cambio real alto. Difícilmente, ese contexto logre fomentar la inversión y transformar la fuga de capitales en un ingreso de fondos al país.
• Olvido
En la definición de éxito, el ministro parece haber olvidado los costos. Gracias a la exitosa devaluación:
a) el porcentaje de pobreza para el total del país pasó de 37,8%, en 2001, a 57,5%, en 2002;
b) el porcentaje de indigencia, gente a la que no le alcanza ni para comer, subió de 13,3% en 2001, a 27,5%, en 2002;
c) el desempleo (sin contar los Planes Jefas y Jefes de Hogar) se incrementó de 19,4%, en 2001, a 21,8%, en 2002;
d) el año pasado el PBI real cayó 10,9%;
e) el PBI por argentino medido en dólares pasó de u$s 7.418 en 2001 a u$s 2.664 en 2002; ubicándose hoy en u$s 3.453;
f) el salario real promedio cayó alrededor de 20% hasta hoy y bastante más medido por la canasta básica que se incrementó más que la promedio y que es la que consumen los pobres.
Al revisar esta lista de algunas de las «bajas» de la devaluación, nos queda la imagen de un general que festeja por haber ganado una batalla, pero a quien no le quedó un solo soldado vivo. Seguramente la respuesta de los defensores de la devaluación será que lo comentado es el coletazo de la caída de la convertibilidad. Sin embargo, no tienen en cuenta que, al momento de la devaluación, el Banco Central tenía 83% de aval en dólares del total de pasivos financieros, lo que hubiera permitido sostener el tipo de cambio con toda comodidad.
La decisión, política y no técnica, de mandar a la «quiebra» al Banco Central como consecuencia del default del Estado nacional no tuvo el menor sentido. La autoridad monetaria era independiente y una persona jurídica distinta del Estado, con un patrimonio (sus reservas en divisas) propio. Lo único que se logró es sumar a la cesación de pagos a las empresas con deudas en dólares que no fueron pesificadas, terminar de destruir el sistema financiero con la reprogramación y la pesificación y empobrecer a todos los argentinos. No es necesario recordar que, luego de casi dos años, el Sector Público Nacional sigue en cesación de pagos y su deuda (gracias a la exitosa devaluación) pasó de 53,7% del PBI a 145,5% en la actualidad y de 2,9 veces sus ingresos totales a 7,2 veces.
Por otro lado, el «corralito» implementado en noviembre de 2001 no tuvo que ver con la convertibilidad, sino que fue una mala solución a un problema de liquidez del sistema financiero. El Banco Central no era responsable por los depósitos de los bancos, más allá de la parte que habían depositado como liquidez en dicha institución. Lamentablemente, la confusión surgió debido a que en el BCRA conviven dos funciones distintas, el sostenimiento del valor de la moneda y la de superintendencia y asistencia del sistema financiero, siendo la primera su prioridad según la Carta Orgánica vigente en 2001.
Respecto de que la falta de competitividad era la razón de la recesión vigente desde el 1998, no tiene en cuenta que, a 2001, las exportaciones estaban aumentando y la demanda interna cayendo. Esta última representaba el total de la producción de bienes y servicios del país; por ello, era la que determinaba el rumbo de la economía. A partir del tercer trimestre de 1998, la Argentina vivió el impacto de dos shocks externos importantes. La crisis rusa que puso en duda la estabilidad del plan real brasileño y, por ende, la convertibilidad argentina. La devaluación brasileña de principios de 1999, que incrementó la incertidumbre sobre una posible caída del peso local. A eso se sumaron las elecciones presidenciales en la Argentina con un potencial cambio de presidente y de partido en el poder, cosa que históricamente fue caótica. Durante la posterior gestión del gobierno de la Alianza, la fuerte y continua caída de la credibilidad (del crédito) del gobierno que terminó de estallar a finales de 2001.
• Retracción
A mayor percepción de riesgo, menor financiamiento externo de la demanda doméstica y, además, menor propensión a consumir e invertir la menor disponibilidad de recursos. Por ello, es que todos estos factores de incertidumbre creciente implicaron una gran retracción del gasto doméstico que arrastró a la producción de bienes y servicios. La solución pasaba por un gobierno que recreara esa credibilidad perdida. No parece que la mejor forma de recuperar la confianza luego de una crisis institucional y de la declaración de la cesación de pagos del sector público fuese:
a) devaluar quebrando la estabilidad y previsibilidad monetaria y cambiaria; b) las violaciones de contratos, derechos de propiedad e instituciones que provocaron las medidas que el gobierno instrumentó para paliar las consecuencias desastrosas de dicha «solución»; c) terminar de volver impagable la deuda pública, aun en el largo plazo. Que me disculpe el señor ministro, pero si éstas son las medidas de lo que él considera un éxito, no me queda más que desearle futuros fracasos, por el bienestar de todos los argentinos.
Soy el primero (22/08/2010) en comentar el primer post del opinador compulsivo, seis años después.
ReplyDelete"Back to the future"
Salu2 Gabriel
Back to the future :)
ReplyDeleteGracias Gabriel !