Tengo amigos en Argentina que rara vez responden un mensaje o post mío con novedades de mi vida en Canadá, pero protagonizan intensos intercambios ante algún artículo que mando por mail sobre la situación del país o de actualidad internacional. Es comprensible, por más nevadas y cortes de pasto, los “current afairs” mundiales son más apasionantes que nuestra vida en Québec, ya lo se.
A veces me siento como enfrascado en un debate en el cual no tengo ninguna posibilidad de llegar a nada. No hablo de convencer a nadie, ni siquiera creo que sea posible que se entienda mi punto de vista. Es como participar en unas jornadas de matemáticas, en donde mi compañero de grupo usa el sistema binario y yo el decimal. A un observador casual puede parecerle que hablamos de lo mismo, pero en realidad hay muy pocos puntos de contacto entre “su” realidad y la mía.
Es incomprensible para mí que mucha gente parta del odio o rencor personal hacia alguien en particular para evaluar una administración o gobierno. Menem era un turco de mierda de la Rioja, Bush es un mono ignorante, ex alcohólico. Independientemente de la veracidad o no de afirmaciones de este tipo, no podemos dejar de admitir que como argumentos lógicos son de una pobreza lamentable. Si este es el nivel de análisis de personas muy por encima del promedio de Argentina, Madona Santa, como decía mi abuelo.
Tampoco entiendo como es posible que personas medianamente informadas tengan a Michael Moore o Noam Chomsky como referentes de análisis internacional. No hablo de Michael Moore el cineasta, ni de Noam Chomsky el lingüista, sino de estos dos personajes “analizando” las elecciones en EEUU o las amenazas que debe enfrentar el mundo en la actualidad.
Varios amigos me recriminan que no estoy capacitado para opinar de Michael Moore por no haber visto sus películas. Pero es que justamente desde el momento en que MM se autoproclama un activista político, y que define al fin último de su película F9/11 como que Bush no sea reelecto, hemos dejado el ámbito del cine. El autor tiene mucho más peso que su obra, no estamos hablando de su capacidad ni meritos como director sino de lo que dice, de sus ideas políticas. Compartiría la objeción si discutiéramos los meritos de la obra cinematográfica de MM, pero no es así. Estamos hablando de un activista político que usa el cine como una herramienta de propaganda.
Para conocer la posición de MM no hace falta ver sus películas, sólo basta leer sus comentarios, declaraciones, visitar su pagina de web, o algún reportaje. Tal vez pueda resultar interesante o agregue algo al análisis ver alguna de sus películas, como en el caso de Pino Solanas-el político de hace unos años, pero no es condición necesaria para hablar del tema.
Otros sostienen que lo de F 9/11 no es ficción, que se trata de “hechos probados”, la prueba estaría en que ni Bush ni nadie del Partido Republicano le pudo hacer juicio por calumnias. Pero lo realmente llamativo no es que no haya tenido juicios por calumnias, sino que nadie, ni en una comisión legislativa, ni la oposición durante las elecciones presidenciales, ni algún periodista medianamente serio, haya tomado ni siquiera uno de los puntos de MM en su "documental" para iniciar una investigación parlamentaria, ni periodística, ni siquiera usarlo en campaña. Tal vez sea posible, a lo mejor Moore se queda corto y todo el establishment político y periodístico de EEUU está prendido con Bin Laden y la flia real Saudita.
MM no es exactamente un “gordito simpaticón que dice algunas cosas que molestan al establishment”, como lo pintan muchos. Puede usar gorrita de John Deere, pero se trata de un millonario norteamericano que se maneja en limusina y avión privado, que se las da de "avanzado social" y "sensible" con los pobres de EEUU y del mundo. No tiene nada de malo ser millonario, ojala yo lo fuera, pero por lo menos que trate de no ser tan atorrante.
Mi sugerencia para MM el director sería la misma que le dio Mariano Grondona a Pino Solanas su programa hace unos años: dedíquese al arte, no a la política.
Lo que me sorprende de las elecciones pasadas de EEUU son los paralelismos que se pueden hacer con muchas de las actitudes y lo que se decía durante las elecciones del 95 en Argentina, salvando las distancias, por supuesto. En ese momento se armó un quilombo monumental porque a alguien se le ocurrió decir que era una derrota de los medios de comunicación y de los "progres" e "intelectuales" locales.
Paradojas de la vida.
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