Veo que varios “coblogeros” o “compañeros luchadores del blog”, para usar la jerga nacional, popular y progresista, le están dando con todo a López Murphy en particular y la “derecha” argentina en general. Más que nada, se trata de la complicada situación de este dirigente de tratar de sobrevivir haciendo acrobacias en el terreno de la política y al mismo tiempo no traicionar las ideas que representa, o dice representar. Menuda tarea.
En general, comparto la molestia por el malabarismo político de López Murphy. Al mismo tiempo, no creo que sea fácil su situación. Lamentablemente es lo que hay. No podemos pedirle peras al olmo. A menos que nos quedemos en una especie de principismo político, si queremos pasar a la acción debemos tarde o temprano lidiar con varios de los conocidos de siempre.
Esto no implica tranzar en las ideas o entrar en prebendas o chanchullos, pero cualquier candidato que tenga un mínimo de aspiraciones no puede darse el lujo de caer en purismos o mantenerse en una caja de cristal. Si baja al llano se va a ensuciar, eso es seguro.
Lamentablemente, esto es especialmente cierto con un sistema político tan primitivo como el argentino, donde el clientelismo y manejo del “aparato” son condiciones mínimas para acceder a cualquier puesto electivo, desde intendente de un pueblo del interior, hasta presidente de la Nación.
Como le decía a Guillermo de Sine Metu en un comentario a su post, me parece que debemos empezar a considerar seriamente y sin dramatismos que la Argentina de Kirchner – Duhalde es lo que somos. Como digo en mi post sobre el rol de la derecha, en la Argentina hay un corrimiento muy marcado hacía la izquierda de todo el espectro político.
Los países y las sociedades se equivocan, pero si siempre se equivocan para el mismo lado, debemos empezar a tomar seriamente la posibilidad de que no se trata de equivocaciones, sino de volver a lo que fuimos siempre: populistas, estatistas, dirigistas, autoritarios.
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