Es triste tener que decir estas cosas, pero creer que la forma de ser serios es (cagando), perdón, estafando a medio mundo es más propio de mafiosos que de personas de bien. Roberto Cachanosky lo dice mucho mejor que yo en su comentario de esta semana:
Mi visión es que si mañana los acreedores de la Argentina decidieran condonarnos toda la deuda, en este contexto de insensatez política es muy difícil que los argentinos retornen sus capitales o que los extranjeros inviertan en un país que tienen reglas de juego arbitrarias y, por lo tanto, imprevisibles. Nadie invierte en un país en el cual el Estado está buscando con la lupa a los sectores que les va más o menos bien para confiscarle su utilidad con el objeto de atender los llamados planes sociales o tener más caja para ganar las elecciones.
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