El Negocio de la Construcción

Un conocido en Argentina nos comenta sobre el nuevo “boom” en el país, la construcción, y nos invita a invertir en el negocio. Comenta que se trata del negocio del momento y que ahora los fondos de inversión están apostando al sector, en su mayoría con capitales europeos. El plazo se estima es 18 meses y el margen que manejan es de un escalofriante 30% (vendiendo a unos 1200 dólares el metro cuadrado).

No soy un experto en el tema, pero tengo algunos comentarios:

- Me imagino que los potenciales inversores en este tipo de proyectos son concientes de que esas tasas de retorno son directamente proporcionales al riesgo del emprendimiento.
- Me cuesta creer que a pesar de todo lo que pasó, alguien en su sano juicio esté dispuesto a hundir capitales en Argentina por esos plazos, a menos que maneje información adicional, a la que no tiene acceso el publico general (nota adicional: no es mala onda, pero recomendaría efusivamente tomar un seguro de cambio en el exterior, por las dudas).
- No lo tomen a mal, no tengo nada en contra de que alguien se haga la “diferencia”, aprovechando la volada, y de paso crear “puestos de trabajo” en la construcción, pero no puedo menos que notar que esta es la Argentina 2005, la del “modelo productivista”, venderle propiedades a precios inflados a unas cuantas personas que pueden pagar cash en dólares; por supuesto, durante los malditos 90 había crédito, pero no era para todos, es preferible esta opción…
- Pregunta: más allá de que cínicamente podemos decir que la plata es la plata y de algo hay que vivir, ¿alguien puede honestamente y de corazón creer que éste es el camino? ¿Ya nos olvidamos de los innumerables "booms” como éste que vivió el país en la historia reciente y cómo terminaron? Tenemos tan mala memoria que confundimos procesos de enriquecimiento con crecimiento genuino.
- No me cabe ninguna duda de que hay gente que está haciendo muchísima plata, mucha más que la que era posible hacer durante los odiados 90, para eso se llevó a cabo el golpe a De la Rúa y el cambio de “modelo”, pero debemos tener conciencia de que esto no es sostenible ni deseable.