Feb 22, 2005

El País en 2005

El País en 2005
Carlos Alfredo Rodríguez
Revista Apertura, En./Feb.2005

Desde 2002 hemos experimentado un período de recuperación económica con estabilidad de precios y aumento del empleo. También se obtuvieron superavits fiscales sin precedentes. Muchos esperan que 2005 continuará con este proceso de exuberancia macroeconómica, plagado de buena onda y aun mejores noticias.

Para el lego, todos estos éxitos se obtuvieron de manera bastante sencilla: se dejo de pagar la deuda y se impuso un dólar "recontra alto". Si la cosa fuera tan fácil, uno puede preguntarse porque no dejamos de pagar el otro 50% de la deuda publica que todavía se paga. Y además seria obvio que un dólar a $4 sería mejor que un dólar a $3 ya que cuanto mas alto es el dólar mejor están las cuentas macroeconómicas.

La realidad es otra: el default de la deuda no hizo nada positivo en el corto plazo porque la verdad es que nunca la habíamos pagado: en las últimas décadas la enorme mayoría de los intereses vencidos se pagaban emitiendo nueva deuda. Declarando el default no ahorramos dólares. Lo único que hizo el default fue exiliarnos del mundo capitalista y por lo tanto provocar la salida de capitales y fuga de inversiones que permiten que el dólar este "recontra alto".

A su vez, el dólar alto licuó los salarios de los trabajadores y las deudas de algunos industriales que habían perdido con el modelo capitalista competitivo. Sin deudas, con salarios bajos y precios altos, la vieja burguesía industrial resurgió y produjo parte del llamado veranito. Similarmente el campo se beneficio del dólar alto (los salarios bajos importan poco en este sector) y de los mejores precios internacionales en décadas.

El dólar alto no trajo inflación por la sencilla razón que el corralito, la devaluación y la pesificación forzosa produjeron una licuación inédita en las tenencias monetarias y con ello se desinfló la demanda agregada. Es meritorio que el gobierno haya ahorrado gran parte de los beneficios fiscales que le otorgo la licuación de los salarios públicos frente al aumento de recaudación generado por los impuestos a la exportación y al cheque.

En pocas palabras, el crecimiento de los últimos años no fue tal, sino mas bien una redistribución del sector servicios (y asalariados y depositantes) hacia el campo y la industria sustitutiva de importaciones.

Esto es un fenómeno de una vez y para siempre. De hecho, para que este crecimiento aparente no se revierta deben mantenerse los incentivos que le dieron origen: bajos salarios, dólar alto y excelentes precios internacionales. Las presiones sindicales para la suba de salarios están apareciendo con fuerza, el BCRA tiene dificultades manteniendo el dólar alto (comprar dólares implica emitir pesos y eso puede incentivar inflación) y los precios internacionales están fuera de nuestro control.

El llamado "modelo productivo" instalado desde 2002 no es mas que la suma de una licuación financiera sumada a salarios bajos, ambas posibilitadas por un tipo de cambio que se mantiene alto gracias a la fuga de capitales generadas por la desconfianza y la ausencia de reglas claras. La desconfianza es el vértice sobre el que se apoya el modelo productivo. Este modelo no fue planificado por nadie en particular: es el resultado de una serie de manotazos disconexos arrojados por diferentes gobiernos para evitar ahogarse en la crisis a la que nos precipitó el colapso de la Alianza: impuestos distorsivos temporarios (cheque y exportaciones), corralito, default, devaluación, pesificación asimétrica, doble indemnización, etc. Cada medida fue un calmante de corto plazo que se clava profundamente en nuestras posibilidades de volver a reubicarnos en un sendero de crecimiento sostenible con verdadera justicia social.

Creo que este modelo no es sostenible en el mediano plazo. Ninguna de las causales de la crisis de 2001 ha sido corregida. La reforma política sigue en las gateras, el estado sigue omnipresente y cada vez más distorsivo, el mercado laboral esta cada vez más regulado mientras la pobreza explota. El sistema económico ha vuelto a estar basado en la exportación de productos naturales y la sustitución de importaciones. Por experiencia puedo afirmar que este modelo ya lo hemos vivido y fracasó. Es inevitable reconocer la realidad y adaptarnos sensatamente antes que esta nos pase nuevamente por encima. Este año 2005 puede ser el comienzo del verdadero proceso de ajuste, no ya con el pasado sino con la realidad.

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