Mar 17, 2005

Civilización y Barbarie

Como dice Carlos Mira en su artículo de hoy, los argentinos no hicimos nunca una clara y definitiva elección entre la civilización y la barbarie. A pesar de estar entre el pelotón de países que se sumó a la modernidad hacía fines del siglo XIX, nunca enterramos para siempre nuestro pasado de irracionalidad y antimodernidad. Si se tratara de Star Wars, diría que vivimos permanentemente coqueteando con el “dark side”.

La pregunta que siempre me hago es si cuál es la verdadera Argentina, la más auténtica, la de la racionalidad, la normalidad, la que encara y soluciona los problemas, la que tiene problemas de países más normales, o esta de la irracionalidad, el populismo, la autocracia, el dirigismo estatista, el clientelismo:

La Argentina no es ni ha sido un país pacífico. Al contrario, a lo largo de su historia, la regla ha estado más cerca de la violencia política que de la concordia. Los muertos por estas motivaciones se cuentan por miles. La convivencia entre los ciudadanos comunes tampoco ha sido un dechado de tranquilidad. Las divisiones y los odios del poder se han trasladado de manera inconsciente al seno de las familias, de las amistades y de la simple convivencia entre extraños. Entre la civilización y la barbarie de Sarmiento, los argentinos no hicimos una clara elección.

El deber de la dirigencia, y en mayor medida del Presidente, es contribuir a bajar el tono de estas divisiones que han postrado al país. Al ver a su máxima autoridad usando términos, modales y actitudes que se emparientan más con el matonismo que con el equilibrio, los ciudadanos –o muchos de ellos– podrían caer en la conclusión de que esa es la manera correcta de conducirse y que, por lo tanto, ellos también deben recurrir a la violencia para resolver disputas o para obtener lo que creen merecer.

En ese sentido, el presidente Kirchner se inscribe entre los peores ejemplos de la historia argentina. Desde que llegó al gobierno inició una larga cadena de confrontaciones. Se ha enfrentado con los militares, con la Iglesia, con los empresarios, con los extranjeros, con países vecinos, con los privados, con los periodistas, con los economistas, con instituciones académicas y con todo aquel que no profese sus ideas. O sus posturas, para decir mejor.

1 comment:

  1. Buen artículo. Justamente en mi post
    civilización y barbarie versión 2005
    de hace dos semanas yo plantaba la misma elección pendiente, en términos bastante menos amables.

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