La nueva vieja izquierda:
¿Qué políticas apoyan, qué medidas nos proponen en cambio? Pues muy sencillo: hay que nacionalizar otra vez los "recursos estratégicos" -como el gas o el petróleo-, hay que exigir a los gobiernos más dinero para "programas sociales", en especial si consisten en simples dádivas que recaen en los organizadores políticos de sus propios grupos, hay que provocar alborotos y manifestaciones a favor de la ecología, en contra del racismo, o cualquier otra causa popular para sembrar el caos en cada país, proclamar que se necesitan profundos cambios y exigir, entonces, que se convoque a una asamblea constituyente que reorganice la vida de la república. Esto último, aunque parezca en principio bastante inocuo, puede tener muy serias consecuencias a largo plazo: preguntémosle si no a los venezolanos, quienes ahora tienen una carta magna hecha a la medida de las ambiciones de su singular caudillo.
No se puede negar que esta nueva izquierda ha aprendido del pasado, que ahora es mucho menos sincera y, por eso, enormemente más peligrosa. Ya no habla de tomar el poder por las armas, de la guerra popular prolongada o del "foco insurreccional": se contenta con sembrar intranquilidad y favorecer el caos, mientras predica a favor de la democracia y de los derechos humanos; ya no nos propone un socialismo de economía planificada con un partido único que prohíbe las libertades políticas y civiles: ahora tiene un mensaje puramente negativo y emocional, similar al difundido por algunos terroristas árabes. Critica y obstaculiza toda política a favor del desarrollo, pero se cuida mucho de dar alternativas positivas y concretas, no vaya a ser que se perciba su total orfandad ideológica, su ausencia absoluta de propuestas constructivas.
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