Apr 2, 2005

Carta al Tío Plinio

Una nueva carta de Plutarco a su Tío Plinio. Me parece que Asís es el único que se anima a decir ciertas cosas en Argentina en este momento tan desgraciado, no se la pierdan:

Como en la Argentina se mezcla todo, separemos mejor la sutileza de los tantos.
Si considero nefasta la política oficial, no significa de ningún modo que me acerque a los que pretenden aún justificar hasta los excesos de la represión.
O defender la esquizofrenia perversa de un proceso militar que arrancó con la matanza de revolucionarios, en nombre de la civilización occidental, y acabó abrazada al realismo mágico de Kaddaffi y de Castro.

Sin embargo, los excesos de aquella represión de ningún modo justifican tampoco los excesos grotescos de la reparación. Permítame que me abstenga de citarle abundantes ejemplos
En realidad, siento, con horror, que debo tratar temas viejos.
Peor, argumentalmente envejecidos en mí. Gastados.
Porque estas cuentas históricas ya las pagué.
Me tiento entonces a recurrir a referencias personales. Para ser exactos, de cuando estaba de embajador ante Unesco, en París, y el presidente Menem, en aquel final de año legendario, decretó los indultos a militares y guerrilleros y se fue con la Ferrari amarilla a Pinamar.
Indultos que -debo confesarlo- banqué. Cultural e intelectualmente banqué.
Cualquiera que conozca algunos datos filiatorios de mi prontuario político, podrá entender que aquellos indultos se convertían, para mí, en una línea fronteriza.
Sin embargo los banqué argumentalmente. En aras, insisto, del objetivo de Reconciliación Nacional. Una utopía.

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