Izquierda y Derecha

Ángel, un amigo de España, me manda un muy interesante comentario de Juan José Sebreli sobre lo que significa ser de izquierda y de derecha en la actualidad. Es un anticipo de su último libro, “El tiempo de una vida. Autobiografía”:

Me preguntan, con frecuencia, si soy de izquierda o de derecha, y los adherentes de una y otra orientación suelen ubicarme, simétricamente, en la opuesta. Es difícil etiquetarme; no estoy entre quienes consideran que esos términos están obsoletos -eso lo cree en general la derecha- porque mientras existan dos posiciones políticas, una estará relativamente a la izquierda de la otra y viceversa. Pienso, eso sí, que los conceptos de derecha e izquierda, o los de progresismo y liberalismo, están hoy distorsionados; se los emplea en sentido vago e incierto y necesitan, por lo tanto, ser redefinidos. Un nuevo código debe restablecer la definición originaria y, a la vez, tener en cuenta que esos contenidos no son inmutables y que se transforman de acuerdo con los cambios históricos.

La derecha actual ha abandonado, en parte, el autoritarismo fascistizante de otros tiempos y se identifica con el liberalismo. Pero ateniéndose al significado originario del término no habría razones para afirmar que el liberalismo no siempre coincide con el conservadurismo y que, en cambio, podría consensuar con una izquierda democrática. El liberalismo clásico, en cuanto defensor de los derechos civiles, ha sido, como el socialismo, heredero de la tradición ilustrada, del humanismo racionalista cuyas propuestas siguen siendo válidas aunque no cumplidas.

Las posiciones actuales, tanto de la izquierda como del liberalismo, confunden porque contradicen a sus respectivos principios. Estoy por la democracia y los derechos humanos y, por lo tanto, abomino de una izquierda que apoyó el totalitarismo estalinista, el castrismo, los populismos y, en ocasiones por razones tácticas, el fundamentalismo islámico. A la vez, rechazo el liberalismo que renegó de los principios republicanos al aliarse con las dictaduras militares latinoamericanas. No soy partidario de la violencia y critico por igual a la izquierda y al liberalismo que justificaron la guerrilla y el terrorismo de Estado, respectivamente, o se unieron en su adhesión delirante a la guerra de las Malvinas.