Apr 12, 2005

Nadie es Perfecto

Parece que ahora Nestitor da marcha atrás con esta barbaridad del control de las llamadas telefónicas, correo electrónico y Chat, entre otras cosas. Que grande, no se les mueve un pelo, ni al ejecutivo ni a los muchachos del Congreso que votaron este engendro.

Señores, acá no ha pasado nada. No se de qué se quejan, después de todo nadie es perfecto y cualquiera se puede equivocar. Lo hacen por nuestro bien.

Les dejo la opinión de Ricardo López Göttig (espero que la SIDE lo esté controlando por opositor rabioso):

Al borde de la Dictadura

El decreto 1563/04, reglamentando a la ley 25.873, era el primer paso hacia la instauración del control totalitario de las personas, a través de sus llamadas telefónicas, envío de correspondencia electrónica y el uso del chat. De haberse implementado, hubiéramos estado al borde de la dictadura, entregándole al estado una enorme masa de información que le hubiera permitido conocer todos los movimientos, las amistades y relaciones, las transacciones comerciales, las conversaciones más íntimas, las vinculaciones políticas y religiosas de cualquier habitante que utilizara estos servicios de telecomunicaciones. Sólo hubiesen quedado fuera del alcance del pulpo totalitario aquellos que, por motivos de su extrema indigencia, no pueden acceder a estos servicios.

Siempre se esgrimen motivos de seguridad para la implantación de estos controles. Así lo hicieron Lenin, Stalin, Hitler, Mao, Pol Pot y tantos otros tiranos, que no lograron disponer materialmente de este medio de acceder al conocimiento más íntimo de sus subyugados.

Este decreto hubiera significado el fin de la Constitución y sus garantías, el réquiem para la intimidad, el inicio de la más sutil manipulación totalitaria a través de la autocensura. Vulneraba el principio de la presunción de la inocencia, puesto que todos éramos vigilados como "sospechosos". Era la muerte de la democracia, acallando a la oposición y a toda forma de expresión libre de las ideas.

Este decreto no fue un error más o menos disculpable de un improvisado, sino el fruto siniestro de cerebros moldeados en una concepción autocrática. Los argentinos estamos acostumbrados a observar con resignado humor los ridículos proyectos de ley sobre la declaración de interés provincial del surubí, como si este simpático pez pudiese sentirse orgulloso por esta notable distinción. Pero, en este caso, el parlamento argentino brindó las toscas herramientas para la intervención del estado, y el gobierno actual las perfeccionó a niveles que en Cuba, Irán y Corea del Norte hubieran envidiado.

Este decreto no debe ser olvidado ni perdonado, aunque el presidente Kirchner prometa su pronta derogación. Es por ello que exigimos la renuncia inmediata de los ministros que lo acompañaron con sus firmas, a saber: el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y los ministros de planificación federal y del interior, Julio de Vido y Aníbal Fernández, respectivamente. Porque queremos vivir en una República, con plena vigencia de las garantías constitucionales, con la limitación al poder del Estado y con libertad de expresión.

Ricardo López Göttig

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