En Latinoamérica, por lo general las grandes crisis políticas suelen venir de la mano de profundas crisis económicas. La vez pasada comentaba que lo llamativo de la última crisis de inestabilidad institucional de Ecuador, que le costó el cargo al presidente Gutiérrez, llamativamente se dio en un marco de relativa estabilidad económica. No hubo corridas bancarias, ni devaluaciones, ni caída del salario real.
¿Qué tiene de diferente Ecuador? Nada más ni nada menos que la moneda no está sujeta a los manejos (o desmanejos) populistas de los políticos ecuatorianos: hace unos años el país adoptó el dólar de EEUU y enterró (espero que para siempre) al sucre.
Pareciera ser que quitar nada más y nada menos que el valor de la moneda de la esfera de injerencia de la fauna de políticos locales no impermeabiliza 100% contra la debilidad institucional. Pero por lo menos amortigua en gran medida sus efectos. Creo que es un tema interesante de seguir, sobre todo para cuando decidamos volver a la realidad y volver a tener moneda en Argentina.
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