Un comentario de James Neilson:
No se equivoca el pensador francés Jean-François Revel cuando opina que el liberalismo o, si se quiere, el neoliberalismo, nunca anduvo mejor. En el Primer Mundo y también en China y la India las economías están liberalizándose cada vez más, mientras que los ideales políticos y sociales en los que se inspira el liberalismo están ganando terreno hasta en regiones como el Medio Oriente que siempre se han visto dominadas por autoritarios. Así y todo, tanto en la Argentina como en el resto del planeta los más parecen convencidos de que el capitalismo liberal ha fracasado de forma ignominiosa y que ha llegado la hora de reemplazarlo por un esquema muy distinto, uno que sería más "humano", aunque pocos se arriesgan a decirnos precisamente en qué consistiría dicha alternativa. Su silencio puede entenderse -a esta altura sería necesario ser un loco para sentirse atraído por los modelos propuestos por marxistas y por medievalistas clericales-, pero el que toda alternativa sea peor no sirve para que el statu quo sea más tolerable. Antes bien, para muchos lo hace menos soportable aún.
El que entre los más decididos a embestir contra el liberalismo esté el presidente Néstor Kirchner nos ayuda a entender por qué a tantos les encanta basurearlo. Las actitudes del santacruceño se parecen mucho a las de aquellos europeos y norteamericanos que se han convertido en celebridades denunciando con vehemencia extrema lo malo que a su juicio es el mundo desarrollado actual, o sea, el "modelo neoliberal", aunque a diferencia de ellos no es un polemista sino el presidente de un país que efectivamente existe. Con todo, puede decirse que Kirchner, un político de raza, acertó cuando eligió erigirse en el vocero más estridente de los reacios a admitir la mera posibilidad de que la trayectoria calamitosa de la Argentina pudiera haber tenido algo que ver con las deficiencias de la mayor parte de la clase dirigente nacional y por lo tanto de la ciudadanía en su conjunto que, le guste o no le guste, se ve representada por ella. Como Kirchner sabía muy bien, muchos se sentirían aliviados al enterarse de que el desastre más reciente fue obra del "neoliberalismo".
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