Por algún motivo insondable, en la fiestita de cumpleaños infantil, en la cena de amigos o en las fiestas del embajador es posible decir con impunidad cualquier barrabasada SIEMPRE Y CUANDO sea políticamente correcta.
Por ejemplo, si en medio de niños jugando con globos se me ocurre aclarar que las “políticas neoliberales”, el capitalismo y la globalización son los causantes de la pobreza en el mundo y son responsables de la muerte de hambre de millones de personas al año, la etiqueta social indica que el resto de los invitados debe, en el peor de los casos, asentir silenciosamente con la cabeza y tolerar estoicamente cualquier calibre de disparate. Lejos de constituir un exabrupto, el resto de los comensales debemos admirar la profunda “conciencia social” de esta persona, y su “enorme sensibilidad” para con los pueblos sometidos del orbe.
Si en una cena entre amigos aprovecho la ocasión para denunciar nuevamente que los Estados Unidos son la causa de absolutamente todos y cada uno de los males del mundo, el resto de los asistentes, lejos de expresar un punto de vista alternativo, deben valorar el arrojo y la valentía de este señor que no deja pasar tribuna sin denunciar la fuente última de todo lo que está mal en el planeta. Después de todo, ojalá hubiera más personas así, con esa amplitud de criterio y hombría de bien.
El problema surge cuando las ideas que se intentan expresar en iguales circunstancias no son las políticamente correctas. Imaginemos por un instante que en mi primer ejemplo, se me ocurra destacar que, en realidad, las “políticas neoliberales”, el capitalismo y la globalización son el único camino para sacar de la pobreza a la gran mayoría de la humanidad que siguen siendo pobres justamente por no ser capitalistas y por no tener economías lo suficientemente abiertas.
Tratemos de imaginar qué pasaría si en mi segundo ejemplo, a alguien se le ocurriera corregir a esta persona o pedirle que por favor deje de repetir consignas de adolescente de café de la facultad. La etiqueta social impone la inmediata censura del comentario por desubicado, improcedente y fuera de lugar. Dónde se ha visto que alguien se ponga a hablar de política en una fiesta de cumpleaños para niños. Por supuesto, todo acompañado de pedidos de que se calle la boca inmediatamente y las correspondientes caras de oprobio.
Conclusión:
Es tal el grado de avance que tiene el pensamiento único de izquierda que ni siquiera nos planteamos estas cosas. Es perfectamente aceptable socialmente decir cualquier imbecilidad en cualquier circunstancia, sin el menor fundamento, siempre y cuando sea políticamente correcta.
Como contrapartida, todo intento de exponer un punto de vista o corregir algún disparate será censurado socialmente si no es políticamente correcto.
Yo he pensado varias veces sobre esto y estan son mis conclusiones:
ReplyDeleteLos de izquierda tienden a ser más maleducados que los de derecha y por lo tanto, mientras nosotros nos callamos para no generar "una escena", ellos no tienen ningún inconveniente en saltar.
La izquierda le tiene miedo a la verdad y por lo tanto prefiere no escucharla. Por lo tanto buscan silenciar a alguien que de una opinión sensata.
Habrían varias, más, pero en honor a la brevedad me quedo en esas.
Cheers,
Isidro
Y por si fuera poco, el imbécil que culpa de todo al "neoliberalismo" (termino inventado por la prensa y la dirigencia izquierdista), cuando se va de la fiesta se sube a su auto de USD 100000.
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