Pasemos a temas más interesantes y agradables que las miserias y bajezas argentinas. Hace unos días comentaba que estaba leyendo Do Androids Dream of Electric Sheep, la novela de Philip K. Dick en la que se basa la película Blade Runner, de Ridley Scott (el título de la película lo sacó de otra novela, sobre traficantes de materiales médicos).
En realidad, la película sólo toma algunos elementos del libro. Las historias son básicamente las mismas, pero diferentes en el tratamiento. Tal vez la idea más interesante sea qué es lo que hace que un androide, o una persona artificial, sea más o menos humano. Los androides en cuestión, o “replicants”, como les dicen en la película, son entidades biológicas, de carne y hueso, producto de la biogenética, no robots con circuitos o componentes electrónicos.
Tienen una vida útil de 4 años, la explicación que se da en el libro es degeneración celular, en la película constituye un mecanismo de seguridad para evitar que en algún momento nos reemplacen. No se pueden reproducir ni sienten empatía por otros androides, seres humanos o animales. En todo lo demás son indistinguibles de los ingenieros genéticos que los diseñaron, en muchos casos son más inteligentes que ellos.
¿Se podría considerar asesinato destruir una de estas entidades? ¿Cuál sería el sustento moral? ¿Cuál sería el parámetro para determinar si son o no son "humanos", si están o no están vivos?
Hoy da la casualidad que leo este artículo en Instapundit. No comparto 100% lo que dice, pero es interesante ver como tal vez no estemos tan lejos de todo esto, como para que cierta gente se empiece a preocupar por estas cuestiones.
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