Leo en lo de Isidro un muy interesante post sobre otros aspectos de la increíble vuelta al pasado del país. En realidad, se trata de la vuelta a lo que siempre fuimos, lo que practicamos con alegría durante décadas: atraso, achicamiento, estancamiento, miseria, polvo y espanto.
Si fuera posible resumir el modelo al que volvimos con tanto entusiasmo a partir del golpe de 2001 con una imagen, sería la de Puerto Madero o el complejo de la Recoleta antes del reciclado de los 90.
No se si alguien se acuerda de lo que fue conseguir avanzar con los proyectos de recuperación de esos complejos de edificios abandonados y baldíos inmundos, llenos de ratas y basura, que servían de refugio a malvivientes y cirujas. En algunos sectores del Paseo del Pilar en la Recoleta, hasta hace poco era posible ver las fotos del estado de la zona antes de las obras.
Increíblemente, hasta no hace mucho todavía era posible encontrar a mucha gente (demasiada) que se oponía a las obras. Las excusas eran de lo más variadas, desde la defensa del medioambiente hasta la oposición a las políticas promercado. Pero todas tenían en común un profundo sentimiento antimodernidad, una visceral oposición a todo lo que sea éxito, avance, progreso, salir de la podredumbre física y mental.
Como con la construcción del nuevo Acceso Norte de la ciudad de Buenos Aires, o de la General Paz, menos es mejor que más. En la defensa de estos principios culturales universales, es preferible el peor de los fracasos a tener algún grado de éxito. Después de todo, tener éxito significa una traición a la revolución, a la gloriosa tradición de revolcarnos en la mierda del atraso y la antimodernidad.
Nací y viví la mayoría de mi vida en ese país, el del Fracaso Sagrado, en el que todo el mundo sabía qué estaba mal y cuales eran las soluciones, pero nadie se atrevía a ponerlas en práctica. Si alguien se atrevía siquiera a proponerlas, era inmediatamente acusado de vendepatria, cipayo, traidor, o directamente de loco, iluso, en el mejor de los casos.
De esa manera, nos acostumbramos a convivir durante generaciones con problemas tremendos, que nos condenaron sistemáticamente al atraso y la pobreza; nos resignamos a aceptar que a pesar de los costos, eran intocables. La vida era así, para tener un teléfono había que esperar 10 años y coimear a algún empleado de Entel; YPF perdía millones de dólares por día, pero era Nacional, Popular y Progresista, sinónimo de nuestra soberanía, todavía hoy hay gente que sostiene que no se debería haber privatizado; las rutas se parecían las de Sarajevo después de los ataques de la OTAN, pero eran nuestras.
Pensé que habíamos aprendido la lección y que todo eso había quedado en el pasado. Pero me equivoqué, acá estamos de nuevo con el país del fracaso, donde se convive con los problemas en lugar de solucionarlos, donde es preferible comer en una fonda de cuarta, mugrienta, llena de cucarachas y encima cara, a mi no me vengan con cadenas extranjeras, porque somos así, porque todo eso representa a la argentinidad.
Luis,
ReplyDeleteCuan acertado tu comentario!
No le quitaría ni una coma.
quien te dijo que YPF perdía millones por mes? Ese fue el cuento que metieron desde los medios de comunicación para que reglaen la empresa...
ReplyDeleteBueno, lo bien que hacés en vivir en Canadá gentecont u mentalidad le hace daño al país, quedate allá y no vuelvas.
Ah, sos un winner, eh, en Canadá y escribiendo las mil pestes de Argentina...vos sí que la pegaste...
Anónimo, Sinceramente no sé por dónde empezar. Es posible que a vos en lo personal te vaya muy bien en la Argentina post golpe. Hay mucha gente que está haciendo diferencias que no se imaginaron nunca que iban a llegar a hacer. Pero a la gran mayoría de la gente le va mucho peor y es mucho más pobre que antes.
ReplyDeleteLas estadísticas de las ex empresas del estado están ahí, disponibles para todo el mundo. Me sorprende que todavía haya gente que lo dude. Creo que no ganamos nada negando la realidad. Deberíamos dedicar todas nuestras energías en tratar de solucionar por lo menos nuestros problemas más urgentes en lugar de tratar de evadirnos viviendo en un mundo paralelo de fantasía.
Nos merecemos lo que toleramos. Así somos...así nos va.
ReplyDeleteAndrés