Esta vez es se trata de un gran clásico, pero internacional. Otra vez la revolución y la creación de un Hombre Nuevo, esta vez en Venezuela. Parece que Chávez está dejando de lado los eufemismos.
Insisto, ojalá fuera cierto aquello de "muerto el perro se acabó la rabia”. Como dice Montaner, los venezolanos van a continuar pagando las consecuencias de todos estos desquicios por generaciones, mucho después de que este delirante se vuelva a su casa o se pudra en la cárcel, como muy probablemente lo tengamos que hacer los argentinos con los que está pasando en el país:
El 17 de noviembre de 2004 el presidente Hugo Chávez dio a conocer de manera restringida un esquemático documento titulado La nueva etapa: el nuevo mapa estratégico. El texto sintetizaba el contenido del seminario dictado cinco días antes en Fuerte Tiuna, sede central de las Fuerzas Armadas venezolanas. Poco después, el profesor Asdrúbal Aguiar hizo una sobria disección de las palabras de Chávez en un inteligente ensayo al que llamó Hacia el comunismo del siglo XXI: La revolución bolivariana al descubierto.
A partir de estos papeles no tiene mucho sentido continuar preguntándose hacia dónde pretende llevar Hugo Chávez a los venezolanos, a los latinoamericanos y al resto del planeta. Estamos en presencia de un revolucionario integral. Un revolucionario holístico, como seguramente le gusta clasificarse en medio de sus peregrinos arrebatos verbales. Una persona gallardamente decidida a cambiar el mundo para hacerlo más justo, igualitario y próspero.
Chávez no sólo ha hecho un diagnóstico de los males que aquejan a la humanidad, sino que sabe cómo curarlos, al tiempo que ha identificado con claridad a los malvados que los provocan.
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