Los pueblos que no conocen ni respetan su historia están condenados a repetir errores. El desconocimiento de los acontecimientos del pasado impide, además, analizar racionalmente las conductas de nuestros antecesores y perseguir sus propósitos o cambiarlos.
Para conocer el pasado hay que estudiarlo, sin prejuicios, ni posiciones tomadas, recogiendo las enseñanzas de aciertos y errores, pero, además hay que respetarlo, no tergiversarlo, como, lamentablemente, se ha hecho con demasiada frecuencia en la Argentina.
Una forma de respetar el pasado es difundir los hechos acontecidos y aprender a amar las cosas buenas y desechar las malas, despojados de ideologías, siempre cambiantes, efímeras y sesgadas; y sobre todo invocarlo y recordarlo, sin tapujos, como lo hacen las naciones maduras.
Desde que se inauguró el gobierno que preside Néstor Kirchner no sólo se ha pretendido cambiar nuestra historia, sino, lo que es mas grave, no se registra, de parte de sus integrantes, referencia alguna a nuestro completo pasado. Todo parece limitarse a lo acontecido desde 1955 hasta ahora, pretendiéndose encontrar hitos transformadores en hechos o conductas que aún no son mas que crónica periodística. Así se denostan episodios como los fusilamientos de 1956 o los golpes de Estado de 1955; se recuerdan fechas tales como las de diciembre de 2001, como supuestamente emblemáticas, sin mención alguna a episodios u hombres de mayor envergadura o perdurabilidad, tales como, por ejemplo, la declaración de la Independencia, la sanción de la Constitución, Urquiza, Mitre, Carlos Pellegrini, Roca, Yrigoyen o Perón, la sanción de la ley Saénz Peña, o la revolución de 6 de septiembre de 1930. Desde el gobierno no se hace docencia alguna sobre nuestra historia, ni se impulsa su conocimiento y respeto. Es como si la Patria hubiera nacido el 25 de mayo de 2003, ignorándose a quienes la hicieron grande y generosa y no pequeña y pusilánime, ensalzándose episodios de violencia fratricida, evitándose la cura de las heridas con constantes invocaciones a los enfrentamientos y no a las concordias del pasado.
En las escuelas se enseña la historia tradicional, la de la Revolución de Mayo, la del 9 de julio, la anarquía, la organización nacional; la de los formidables logros de prosperidad y crecimiento, la del acceso del pueblo llano al gobierno, pero, desde el actual se ignora supinamente todo ello y se hace gala de un nihilismo que, solo en parte, es consecuencia de la ignorancia. La otra parte es consecuencia del proyecto de cambiar la identidad nacional, pretendiendo que nacimos en 1946, o en 1983, o tal vez, en la década del 70 y que todo lo acontecido que no esté en clave de “liberación nacional” “patria socialista” u otras majaderías semejantes no sucedió.
Sólo entonces se comprende el bastardo significado que tiene el haber galardonado a Maradona, prototipo del individuo ignorante y perdulario, con la invocación de Domingo Faustino Sarmiento, prócer insigne, culto, valiente, probo y honesto, que dedicó su vida a servir a la Patria y murió pobre, fuera de ella.
Guillermo Lascano Quintana
www.respublica.org.ar
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