Más de Roberto Cachanosky, explicando una vez más los pilares del nuevo paradigma argentino del desarrollo.
Todo esto que está pasando en Argentina es tan trillado, lo vimos tantas veces en el pasado, que honestamente sorprende que sigamos insistiendo y que tengan tanto apoyo popular. A veces pienso que nos debe gustar la miseria y el atraso:
Primer ejemplo. El Gobierno aplica una política de sustitución de importaciones. ¿Qué significa esto en castellano básico? Que les otorga a los productores locales el beneficio de no tener que competir con productos importados. Por lo tanto, reduce artificialmente la oferta de bienes y les ata las manos a los consumidores, que se ven restringidos en su libertad de elegir qué comprar con el fruto de su trabajo, es decir el salario. Con este mecanismo, el Gobierno redistribuye ingresos de los asalariados y jubilados hacia los que sustituyen importaciones, concentra el ingreso en los segundos, los pocos beneficiarios del modelo. El sector beneficiado puede, de esta manera, elevar los precios y bajar la calidad de los productos sin tener miedo a que productores más eficientes los desplacen del mercado. Tampoco tienen estímulos para invertir porque el Gobierno los resguarda de la competencia.
Segundo ejemplo. Para sustituir importaciones el Gobierno estableció un tipo de cambio artificialmente alto. Para ello, el Banco Central (BCRA) tiene que emitir moneda, lo cual genera inflación. Como la inflación es un impuesto sobre los activos e ingresos en pesos, resulta ser que el tipo de cambio alto se financia, en parte, con un impuesto (el impuesto inflacionario) sobre los sectores de ingresos fijos. Dicho de otra manera: el sostenimiento del tipo de cambio alto se logra, en parte, cobrándole el impuesto inflacionario a los asalariados y jubilados. Así, estos dos sectores son expoliados por una doble vía de carácter progresista: a) son consumidores cautivos de los productores locales, y b) pagan el impuesto inflacionario para implementar la sustitución. Es decir, el Gobierno los liquida licuándoles el salario real y restringiendo su libertad de elección.
Tercer ejemplo. El BCRA esteriliza parte de la importante emisión monetaria para sostener alto el tipo de cambio al emitir bonos. Esa colocación de deuda pública está aumentando la tasa de interés y generando un negocio financiero fenomenal del cual se benefician muy pocos. La última licitación de bonos dio como resultado que quien los compró tiene asegurado el capital ajustado por CER más un 5% de interés. Con un tipo de cambio fijo como el que tenemos, esto significa que quienes compraron esos bonos pueden llegar a tener una rentabilidad anual del 15% en dólares (10% de tasa de inflación y 5% de interés). Con semejantes rendimientos, el modelo productivo iniciado por Duhalde y seguido por Kirchner se ha transformado en una fantástica timba financiera. En definitiva, el Gobierno, a pesar de su discurso, está privilegiando la especulación financiera por sobre la producción, porque con semejantes tasas de interés que ofrece el Estado el sector privado está imposibilitado de acceder a créditos de largo plazo a tasas pagables. Basta con ver cuál es la tasa de interés que tiene que pagar una PyME por acceder a un crédito para advertir que si llega a tomar ese crédito está pavimentando el camino directo a la quiebra.
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