Dos santiagueños se van a un bailongo en Clodomira. La pasan bomba toda la noche, a pura guaracha santiagueña. Pero de tan divertidos que estaban, se les pasa el último colectivo para volver. No les queda otra que salir a caminar por la ruta, a las 5 de la mañana en pleno julio, un frío tremendo y no se veía nada.
No había nadie en la ruta, no pasaba ni un camión. Sólo se oían los pasos en la banquina. En un momento, se dan cuenta que iban pasando por un cementerio. Uno de los santiagueños le dice al otro:
Ehh, hermano, estoy transpirando helao…
Y el otro le contesta:
Che, ¿transpiramelo uno de crema?
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