Había un gringuito cautivo
que siempre hablaba del barco,
y lo augaron en un charco
por causante de la peste;
tenía los ojos celestes
como potrillo zarco.
La Argentina siempre fue campo fértil para la repetición hasta el hartazgo de disparates delirantes de toda índole. Siempre fueron la comidilla de los cafetines y bares de la facultad, donde hordas de nenes bien se mandaban 79 revoluciones por minuto. Empezaban en Tierra del Fuego y al caer la tarde, justo antes de irse a cenar a la casa de los viejos, ya estaban llegando a la frontera con EEUU.
Pero honestamente nunca pensé que toda esa triste colección de lugares comunes de la izquierda hormonal llegaran a convertirse en el “discurso oficial” del país. Leo en lo de Rubén BlogBis que resulta que el triste catecismo de la vulgata marxista, casi siempre relegado a la fiebre adolescente, algunas cátedras universitarias y partiduchos de izquierda, constituye la “versión oficial de la historia” en la Argentina Montonera de 2005.
Insisto con mi pregunta, cómo se vuelve de todo esto.
Luis, lo triste es que no se vuelve.
ReplyDeleteLa gran fantasia argentina es que algun dia se va a recuperar lo perdido y que por eso no vale la pena esforzarse. Eso que se perdio simplemente va a volver solo (estamos condenados al exito).
Ver hundirse el Titanic y pensar que vamos a recuperar la vajilla intacta es parte de nuestra fantasia.
A lo mejor llego el momento de pensar que la Argentina esta en el lugar que debe. Es simplemente un pais latinoamericano con problemas, politicos y soluciones latinoamericanas y dejar de fantasear con que volvera a ser lo que fue a principio de siglo.
Claudio, me temo que tienes razón, es como dices; pero creo que los países, como las personas, todos, no sólo la Argentina, no están condenados ni al éxito ni al fracaso, llegan hasta donde están dispuestos a llegar.
ReplyDeleteme encantó la alegoría de la vajilla del Titanic... es muy gráfica...
ReplyDeletesoñamos con el pasado y no hacemos nada en el presente... mal futuro...