Seguimos con el tipo de cambio. A medida que la inflación vaya ocupando el centro de la escena y nuevamente se convierte en la vedette de los indicadores del país, como en los gloriosos 80, cada vez vamos a hablar más de estos temitas menores que no le importan a nadie.
Roberto Cachanosky vuelve a explicar lo que debería haber estado claro desde que se impuso nuevamente el esquema de sustitución de importaciones en el país: el dólar va a subir, esa es la base del “modelo” actual. No es una cuestión de saber si lo va a hacer o no, sino de cuando.
Como ya se sabía de antemano y como se cansaron de explicar muchos analistas en su momento, todos estos modelitos “de la producción” son en realidad “en contra de la producción”. Estamos raudamente volviendo al país de la timba financiera, y a pesar de toda la magia estadística y de un contexto internacional irrepetible, todavía ni siquiera se alcanzaron los niveles de producción de hace 7 años, los máximos históricos de la maldita década del 90:
El Gobierno ha optado por establecer un modelo económico en el cual el arbitraje financiero prevalece por sobre la producción de largo plazo y la inversión. Al igual que con el gobierno progresista de Alfonsín, una vez más la Argentina se ha transformado en un gran bingo. Unos especulan con los bonos del gobierno, otros con el metro cuadrado en Puerto Madero y otros aprovechan para llenarse los bolsillos con la sustitución de importaciones esquilmando a los consumidores.
Mientras el Bingo Argentina siga funcionando todos van a estar muy entretenidos apostando. El día que salte la banca, como ya es costumbre, los defensores del modelo pegarán un triple salto mortal para caer parados y presentarse como opositores de la primera hora, mientras las autoridades denunciarán algún golpe de mercado, como en su momento lo hizo Alfonsín, para tratar de quitarse de encima la responsabilidad de haber llevado al país a una catástrofe económica.
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