Nov 24, 2005

La parábola del ridículo

Sobre los ridículos y sus amigos:

Kirchner tiene derecho a ignorar algunas cosas de la vida.

Nadie es perfecto y no es para nada un delito ser un poco ignorante, aún siendo Presidente de la Nación.

Tiene derecho incluso a ignorar su propia ridiculez. Pero si acaso la ignora, entonces todos tenemos derecho a considerarlo un ridículo.

Trátase de una cuestión casi fisiológica en la que se mezcla lo ingénito y lo culposo.

Ni siquiera puede absolverse su condición de ridículo por haber decidido aceptar adscribirse a la ridiculez de un modo especulativo creyendo que se puede regresar fácil de esa incursión.

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