Dec 14, 2005

La verdad es que Pablo es un comentarista de lujo, debería tener su propio blog. Es un lujo que publique sus artículos acá y espero que lo siga haciendo. Vengo siguiendo sus posts y me preocupa mucho el cariz que están tomando las cosas en Argentina.

Desde ya distancia, las cosas preocupan, duelen, dan mucha bronca. Pienso en mi familia y amigos que se quedaron, en Rubén, Guillermo y tantos otros bloggers que están ahí, y espero que las cosas no de desmadren del todo. Pero la distancia y no tener propiedades bajo ley argentina hace que sea posible vivir todo este proceso con mucho menos dramatismo que si estuviera adentro.

Por eso es que me temo que tal vez no alcance a comprender cabalmente la gravedad del deterioro del país. Posts como el último de Pablo me hacen pensar que tal vez las cosas sean mucho peores de lo que me imagino desde acá. O no, si es que tomamos en cuenta el proceso de acostumbramiento que se da siempre en estos casos. Es el mismo fenómeno que hacia que en Kosovo, en plena guerra, la gente saliera a trabajar en medio de los bombazos y cañonazos como si nada, mientras que los periodistas extranjeros saltaban a esconderse detrás de cualquier cosa ante la primera explosión.

En lo personal, ya provisioné a perdida toda esta etapa de la historia del país. Mi principal preocupación es qué viene después, cómo sigue un país después de tanta locura, tanta irracionalidad. ¿Es posible volver de todo esto? ¿Si la respuesta es positiva, cómo se hace?

Conozco mucha gente en Argentina que nunca se sintió tan representada como con el actual gobierno y la forma en que encara la realidad. No estoy hablando de personas de bajo nivel educativo o de ingresos, se trata minorías absolutas, profesionales, con títulos de grado y postgrado de universidades de primer nivel, de familias acomodadas, de clase media y media alta, con exposición al mundo, que hablan inglés, con buenos trabajos, que nunca pasaron privaciones.

Hasta hace muy poco me seguían diciendo que éste era el camino. El ex ministro Lasaña era un genio extraordinario, que había dejado mudos a los “grandes expertos” ortodoxos del mundo. Kirchner era un poco excéntrico, pero un presidente de verdad, había devuelto la dignidad al país. Pobres hubo siempre, desnutridos hubo siempre, desempleo hubo siempre. Buenos Aires tenía los mismos niveles de inseguridad que cualquier ciudad del mundo comparable en tamaño. Todo lo anterior no es un chiste, son citas casi textuales de los comentarios que recibía.

El mala onda era yo, una especie de traidor a la patria, menemista, neoliberal, desagradecido, que nunca me importó el país. En realidad hacía bien en irme, porque no hacía falta gente como yo en el país.

¿Es tan malo lo que está pasando en Argentina? Yo creo que si, pero tal vez esté equivocado. Desde un punto de vista estrictamente de representatividad popular, no podemos negar que el actual gobierno está entre los más democráticos que tuvo el país en su historia. En lo personal me es muy difícil de entender, pero la Argentina post golpe es lo que queremos. Esto es lo que nos hace vibrar, lo que nos sale del alma, lo que llevamos adentro, lo que nos emociona, lo que siempre quisimos. Esto es lo que somos.

Debo admitir que la verdadera Argentina no es con la que yo siempre soñé. Es ésta. Siempre fui yo el equivocado, el sapo de otro pozo.

Es duro pero es mejor admitirlo de una vez.

7 comments:

  1. vivimos en pozos diferentes, pero me siento exactamente igual que vos... y me preocupa en serio, en serio, la situación de allá!!

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  2. Hay un tema recurrente en tu blog, y es la convicción de que el actual gobierno es, en el fondo, lo que quieren los argentinos.
    Mi postura tiene algunos matices distintos: en primer lugar, aunque la abrumadora mayoría de la población estuviera de acuerdo con los dislates que dice y hace nuestro Supremo y sus adláteres, el 50% más uno no equivale al 100%. Pero además, no es cierto. La proporción de personas que están conformes es alta, pero decreciente, pese a la omnipresente publicidad oficialista.
    Estoy convencido de que el pueblo argentino fue colectivamente sometido por los medios de prensa -fundamentalmente la televisión- a un gradual, pero no por ello menos efectivo lavado de cerebro. La maestría de la izquierda para la propaganda sólo es comparable con su notoria incapacidad para gobernar; su esencia es destructiva, y su inmerecido prestigio le permite hacer y decir cosas inaceptables si provinieran de la "derecha".
    Caído el Muro de Berlín y derrotado el comunismo, Argentina emprendió un camino que habían seguido otros países del mundo. La convertibilidad no sólo fue exitosa como plan antiinflacionario, sino que, para horror de los Alfonsín y otros "progres", por primera vez en muchos años, el común de la gente mejoró sus ingresos reales, y su creciente nivel de consumo la aburguesaba y "desmovilizaba", según opinión de Verbitsky. Había que destruir ese modelo, no fuera cosa que la gente se convenciera que la solución era el capitalismo.
    El primer paso del lavado de cerebro, fue obtener la vergüenza de los seguidores y votantes de Menem, por la "corrupción", y así lograron la primera victoria psicológica: que la gente que votaba a Menem, y que claramente estaba mejor, se avergonzara.
    El segundo paso, fue identificar con la corrupción o con la maldad todo lo que nos podía acercar al mundo civilizado: las privatizaciones eran corruptas; la tímida ley de reforma laboral de De la Rúa, fue conseguida con coimas; las desregulaciones por decreto, eran una muestra de autoritarismo (¿a quién le preocupan ahora los mucho más frecuentes decretos de necesidad y urgencia?)
    El tercer paso, fue liquidar la convertibilidad, no por sus eventuales deficiencias ni por la necesidad de hacer correcciones, sino porque un pueblo medianamente próspero, es un pueblo satisfecho, y menos afecto a los delirios izquierdistas. Además, había que promover como una suerte de "causa nacional" el repudio de la deuda externa. Aunque el default se consumó en gran parte contra argentinos tenedores de títulos de la deuda pública, defender el orden jurídico pasó a identificarse con la traición a los intereses nacionales.
    El cuarto paso -que, por su éxito, envidiaría más de una agencia publicitaria- fue, después que la devaluación, la pesificación y el default arrasaron con los ingresos y ahorros de gran parte de la población, convencerlos de que la culpa de sus penurias se sitúa, no en el año 2002, sino en 1991: la miseria actual es hija de Menem, pese a la evidencia de lo contrario.
    El quinto paso, fue un corto salto: Menem era perverso y corrupto, Menem era neoliberal, ergo, en realidad lo corrupto es el neoliberalismo (no saben bien qué es, pero se identifica con todo lo malo).
    El sexto paso, y dado que el capitalismo se identifica en gran medida con los Estados Unidos, fue hacernos rechazar todo lo que nos podía ofrecer ese país. Las relaciones con USA durante el "menemato" eran "carnales"; ahora, debemos enamorarnos de Venezuela y Cuba, para diferenciarnos de esa época oprobiosa.
    El séptimo paso, fue desacreditar y de ser posible desarticular a toda institución que pudiera ser un contrapeso, aunque sea tenue, u opinar de otra manera: la Corte "menemista", el Congreso (salvo que lo integren miembros adictos), la Iglesia Católica, las fuerzas armadas, la policía, la prensa que no es del todo adicta, la diplomacia profesional. Ante la ausencia de voces disidentes, gran parte de la gente, de tanto oír lo mismo y repetirlo, termina pensando lo que escucha y dice.
    La alemana Elisabeth Noelle- Neumann sostuvo que "opinión pública" es aquello que cualquiera puede animarse a decir en público sin temor a ser reprobado por el medio en el que actúa, por el rechazo al aislamiento social; siendo así, las minorías se encuentran en una enorme desventaja por haber elegido el silencio como opción. En un segundo estadio del lavado de cerebro, y como a todo el mundo le resulta incómodo decir una cosa y pensar otra, se termina pensando lo que se públicamente se dice.
    En otras palabras: no es que la prensa diga lo que dice, porque refleje la opinión pública, sino ésta opina lo que opina, porque los periodistas -que ya desde las facultades de comunicación social han sido convenientemente idiotizados- los han convencido de que es así.

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  3. Julio, el tema es qué hacen los que están en desacuerdo para frenar los cambios nefastos y destructivos a los que está siendo sometido el país... En Cuba también hay descontento... también lo hay en Venezuela (un 75% de abstensionismo en las elecciones no lo demuestran??)... Pero y luego qué?? Descontento y qué más? porque mientras tanto las leyes se sancionan, los que pueden se van, las calles son copadas, los viejitos asesinados, la desilusión se asienta en los corazones de la gente joven y cada vez las costras de reacción son más gruesas, los countries parecen más ghetos y la gente se desentiende más y más de la cosa pública... Este es un deterioro que no se soluciona con otro presidente... es un cáncer que nos va a llevar al fondo de la bolsa del subdesarrollo...

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  4. Jacinta, ojalá tuviera la respuesta. El primer paso, es, dentro del círculo en que actúes, predicar aunque sea como profeta en el desierto.
    El día que la gente pierda la vergüenza o el temor, comenzaremos a cambiar. ¿Cuándo? No lo sé.
    Me parece que el rebrote de la inflación va a empezar a desilusionar a muchos.

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  5. a mi modo de ver, la desilución y el aislacionismo no construyen nada!! habrá una generación que se encerrará en sí misma para subsistir: la mía, hija de los que presenciaron y sufrieron la guerrilla y la posterior represión militar... Pero qué le enseñará mi generación a sus hijos? a aislarse para sobrevivir, a enquistarse... Pero mientras tanto el abismo que separa a la gente "educada" de la calle aumentará, hasta convertirse en un foso inflancable... Y vivirán dos países diferentes y paralelos que en algún momento entrarán en conflicto (como ha ocurrido con todas las revoluciones de la historia)...
    Cómo terminará la historia? no lo sé... Sólo rezo para que mis padres, hermanos, sobrinos y amigos sepan encontrar un rincón donde puedan ser felices... Yo seguiré repitiéndole a mi marido: no vuelvo ni loca! Aunque esta afirmación me sepulte de insultos como ha ocurrido en el pasado... Mis hijos merecen un camino mejor! Y por ellos haré lo que sea necesario... Aunque duela, aunque cueste...

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  6. Gracias Luis.
    ¿Los lectores de tu blog saben que somos parientes...papá?

    Pablo

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  7. shh, callate que se avivan, callate...

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