Munich

Mi papá era fanático de la historia de la Segunda Guerra Mundial. Nosotros los péndex diríamos que era un auténtico “WWII buff”. Por ese motivo, desde muy chico tuve acceso a decenas de libros, enciclopedias y fascículos coleccionables sobre ese conflicto.

Uno de los temas que siempre me llamó la atención fue el de la pasividad de los judíos ante el exterminio. Salvo por episodios como el del Ghetto de Varsovia, por lo general, no hubo resistencia. Existía una especie de resignación ante la agresión.

A partir del Holocausto, esa actitud cambió radicalmente. Se trata de una cuestión de supervivencia. Por eso mismo, me cuesta mucho entender por qué mucha gente en la actualidad sostiene que el derecho a la autodefensa es un crimen.

Por acá están dando en la tele a cada rato los avances de Munich, la última película de Steven Spielberg. Por lo poco que pude ver, está muy bien hecha, como nos tiene acostumbrados este director. Pensé que se trataba de otra obra al estilo de la Lista de Schlinder. Pero aparentemente no es así.

Hoy leo esto en Nacional Review Online. Sinceramente no entiendo. Insisto en que estamos empeñados en un enorme esfuerzo por culpar a la víctima, una especie de síndrome de la mujer golpeada. Me molerá a golpes, pero me lo merezco, y en el fondo me quiere y lo hace por mi bien.

Les digo desde ya que este grado de confusión sólo nos afecta a nosotros en Occidente. Los terroristas saben perfectamente lo que quieren.