Marcos Aguinis nos recuerda ciertos detalles poco políticamente correctos que se suelen olvidar sobre este conflicto. Muy poco fashion de su parte hacernos acordar de estas cosas:
A partir de la Guerra de los Seis Días cambió la relación de fuerzas en el conflicto árabe-israelí. Digo bien, porque hasta ese momento no era un conflicto palestino-israelí. Los árabes de Palestina se llamaban “árabes de Palestina”, no “palestinos”. La diferencia es importante. Como señalamos en la nota anterior, también los judíos se llamaban palestinos. Era un enfrentamiento entre el Estado de Israel y todos los Estados árabes que habían intentado destruirlo desde su nacimiento, violando la sabia decisión de las Naciones Unidas, que ordenaba la creación de un Estado árabe y un Estado judío, lado a lado, con vínculos económicos fraternales.
En efecto, la partición del país, decidida el 29 de noviembre de 1947 por la ONU, se basaba en la distribución demográfica de entonces, compuesta por cantidades aproximadas de judíos y árabes. A los árabes se les otorgaba sus principales ciudades y casi todos los sitios bíblicos; a los judíos, sus ciudades, colonias y la mayor parte del desierto. Era equitativo y los judíos lo celebraron, aunque muchos con tristeza, porque se quedaban sin porciones ligadas a su historia nacional y religiosa.
Pero la guerra que los Estados árabes se empecinaron en llevar adelante, con el manifiesto propósito de realizar una matanza “que pusiera en ridículo las de Gengis Khan”, produjo una catástrofe inversa. Hasta el día de hoy es sorprendente la falta de responsabilidad que manifiestan esos Estados por el daño que ocasionaron a sus hermanos de Palestina. Además, no han realizado esfuerzos serios para integrarlos, sino que los persiguieron, discriminaron y hasta asesinaron en forma masiva, como en el Septiembre Negro de 1971. Cientos de miles de palestinos tuvieron que pasar varias generaciones en campamentos de refugiados, mantenidos por la limosna internacional. Es el único caso de refugiados provocados por una guerra que no pudo ser resuelto, pese a la inversión multimillonaria realizada en más de medio siglo, y que nutrió a una gorda burocracia, pero no mejoró la vida de los auténticos destinatarios de los fondos. Esos refugiados se convirtieron en una preciada materia sometida a una pedagogía caudalosa del resentimiento y el odio.
Visto con perspectiva, parece que lo que esos estados buscaran fuera esto: "Esos refugiados se convirtieron en una preciada materia sometida a una pedagogía caudalosa del resentimiento y el odio." No creo que verdaderamente fuera su pretensión última, pero ahí está, y así seguimos.
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