Mar 23, 2006

Melancolía, introspección y envidia

Jorge Ávila publica en su blog un interesante reportaje que le hicieron en C-Mail, del CEMA:

¿La llave está en la economía o en la educación, como pensaba Sarmiento?

Creo que Sarmiento se equivocó. Yo, que soy un gran admirador suyo (mi padre decía que éramos descendientes suyos por vía ilegítima), luego de 40 años me di cuenta de eso. Sarmiento era un “proto-radical”. Era un gran dirigista en materia económica, si bien en sus libros defendía el libre comercio, así como un gran liberal en materia política. En su juventud, antes de ser presidente, Sarmiento recorría San Juan e iba fundando escuelas y bibliotecas… que luego quedaban a cargo del erario público… No es mi intención descalificarlo, máxime considerando la revolución en la educación primaria que produjo en su período presidencial, pero tampoco quiero dejar de señalar un aspecto de su personalidad. George Stigler me dijo una vez que en el S XIX en Inglaterra se discutía qué era lo mejor para la India: unos decían que había que dar educación. Era la escuela de la “educación obligatoria, pública y gratuita”. Una segunda corriente decía a la India hay que darle libre comercio y libre empresa. Hay que darle un marco institucional adecuado, derecho de propiedad, policía y tribunales. Luego ellos se van a encargar de educarse, por el esfuerzo, por la severidad del mercado. Esa discusión fue replicada en Argentina por Alberdi y Sarmiento. Sarmiento adscribía a la primera escuela y Alberdi a la segunda, ambos quizás sin saberlo. Alberdi decía que no era la educación lo que iba a salvar al país, sino la inmigración, porque importar gente y capital humano de Europa contribuiría a agrandar el mercado, y con ello vendría la especialización y la mayor riqueza. ¡¡Es un argumento de Adam Smith!! Él creía que la educación era endógena: que en la medida que tuvieras una estructura institucional estable en virtud de acuerdos internacionales que hicieran que fuera muy costoso revertir esas instituciones, el comercio y el andar del tiempo te obligaban a la adopción de hábitos que se transformaban en culturales, pero que eran derivados del respeto cotidiano a esas normas. Desde su exilio de 40 años decía: la única política de este país es la política económica. Si en el medio de la pesificación, de la hiperinflación o de la autarquía, vos decuplicás el presupuesto educativo, al cabo de un tiempo vas a tener una fenomenal fuga de cerebros. La educación no es la vía. La educación es un bien privado, como la salud. Otra cosa es que yo me oponga a que haya un buen presupuesto de salud y educación financiado con el impuesto a las ganancias. Eso está bien, porque iguala y lleva a una mejor sociedad. Pero no es lo que nos va a terminar salvando si no tenemos instituciones estables ancladas en pactos internacionales.

Y aún así seguís siendo un admirador de Sarmiento…

Sí, por supuesto. Incondicional. Me emociona hasta las lágrimas. El tipo escribía en 1850 sobre Argentina, desde Chile, sin haber pasado jamás de San Luis. Era un profeta, un loco, un tipo con un gran liderazgo, porque la visión es liderazgo. Cómo no voy a admirarlo.

3 comments:

  1. Más allá de las críticas Sarmiento ha sido un hombre fabuloso.

    Los argentinos siempre queremos aparentar lo que no somos. Ponemos en el pedestal a Sarmiento pero en la práctica somos unos férreos seguidores de Rosas.

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  2. Jorge, desde ya que coincido con vos. Sarmiento fue un estadista de una estatura formidable, uno de esos hombres que no se repiten en la historia de un país. Lo mismo se puede decir de Alberdi. De todos modos, muy interesante la comparación de Ávila.

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  3. Yo desde que me entere que el joven Domingo Faustino** se la volteaba a la ya veterana Mariquita Sanchez, lo hice mi heroe. Esos son proceres, que joder!

    ** Lo que es estar viviendo la semana de Marzo. Habia puesto Juan Domingo.

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