La Argentina productivista parece salida de un mal episodio del Túnel del Tiempo. Como si se tratara de novedades absolutas, que nunca se implementaron en el mundo real, seguimos discutiendo cuestiones que se dejaron de lado hace décadas.
En La Nación del domingo hay 3 o 4 notas sobre el “keynesianismo”, no desde una perspectiva académica, lamentablemente el debate pasa por su aplicación o no en el país. Me pregunto para cuando el debate sobre el valor económico del marxismo clásico, la planificación centralizada y su aplicación en el mundo real.
En su columna del domingo, Roberto Cachanosky debe volver a explicar que no existen los almuerzos gratis:
El gran dilema de la economía es asignar eficientemente los escasos recursos productivos frente a las infinitas necesidades de la gente. En definitiva, la economía existe porque los recursos son escasos y no alcanzan para satisfacer todas las necesidades que tiene la gente. Ahora bien, el gran debate es establecer un mecanismo que logre la mejor asignación posible de los recursos. ¿Cómo se hace para saber dónde volcar el capital y el trabajo? En el mundo desarrollado, este tema ya ha sido resuelto y, con algunos matices, se ha aceptado que el mercado es el mecanismo más idóneo para asignar los recursos. Lamentablemente, en la Argentina todavía seguimos manteniendo un debate que en los países que crecen quedó archivado hace por lo menos 20 años.
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