Jun 9, 2006

Argentina, un país de novela:

Llegué para el 25 de Mayo. Vi carteles que proclamaban veneración por la efemérides, muchas banderas, convocatoria a la plaza que protagonizó el nacimiento del primer gobierno, afirmación de que “el pueblo ya sabe de qué se trata”. Como la Argentina es un país de novela, mi suspenso se transformó en sorpresa, porque pese a las hábiles pistas falsas del argumento, no se festejaba el cumpleaños nacional, sino algo distinto: el trienio de un presidente.

La generosidad de nuestra sociedad se expresaba en ese momento con un vigor incomparable, porque concedía con largueza una de sus instituciones más amadas al proyecto político de una fracción. ¡Antológico! Ningún otro país del mundo se prestaría a semejante desprendimiento. Es imposible que Francia ceda su 14 de Julio o Estados Unidos su 4 de Julio o Israel su 14 de Mayo o España su 12 de Octubre para que un partido, un político o un proyecto parcial lo usufructúe.

Nuestra novela mantuvo su coherencia, como si la guiase un eximio escritor. La convocatoria del 25 de Mayo no era, en efecto, para celebrar el 25 de Mayo. Fue demostrado por el discurso oficial, donde se habló de un dudoso pluralismo que abría un nuevo suspenso, pero no hacía referencias al cumpleaños de la patria.

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