Enviado por Julio, espero sinceramente que este autor no se equivoque en su entusiasmo:
Confieso que Alan García me soprendió. Convirtió la injerencia castrochavista en su caballo de batalla. Fue una toma de posesión extraordinaria. García planteó que pretender imponerle a Perú, desde afuera, un modelo economicosocial era totalmente inaceptable. Merece la pena reflexionar sobre esto porque eso, precisamente, es lo que siempre ha querido hacer la izquierda radical. Así hizo la Internacional Comunista desde fines del siglo XIX, así hizo la II Internacional a principios del siglo XX, así pretendieron hacer, a tiro limpio, en los años 60 y 70. Inclusive ahora, tras el histórico colapso de la URSS y el campo socialista (que se produjo, extrañamente, en la decimoquinta etapa de la crisis general del capitalismo). La izquierda ni cambia ni se resigna. Su nueva línea es aprovechar triunfos electorales momentáneos para cambiar las reglas de juego constitucional y entronizar su dictadura. Tal como hizo Hitler en 1933. En un estado de derecho, nadie puede sentirse excesivamente preocupado por perder unas elecciones. A los pocos años va a tener otra oportunidad. Esto, sin embargo, es anatema para la izquierda radical, cuya principal preocupación es eternizarse en el poder. Alan García lo comprendió. Y desafió abiertamente esta pretensión. Me parece algo sin precedentes en América Latina, donde todos quieren copiar mecánicamente el discurso izquierdista. Y eso es una política perdedora porque peleando a la defensiva como izquierdista, nadie le va a ganar a Chávez o a Castro. (¡Atención, Venezuela!)
¿Tendrá algún futuro el ''nacionalista'' Humala, como lo califica amorosamente cierta prensa? ¿O regresará, junto con su dinámica esposa, a una justificada oscuridad? Eso dependerá de la gestión de gobierno de Alan García. ¿Es posible sentirse moderadamente optimista? Creo que sí. La autocrítica de Alan García fue otra toma de posición sin precedentes. Nada de justificaciones. Me equivoqué y he aprendido. Esto y su posición antichavista lo coloca en una posición privilegiada para un buen gobierno. Ahora tiene una brújula. ¿Cómo gobernar? Defendiendo un modelo antichavista y anticastrista. Aprendiendo de las políticas de gobierno de los tigres asiáticos. ¿Podrá hacerlo? No lo sé. No va a ser fácil. Los grandes intereses económicos de Perú son hostiles a la liberalización. Siempre han utilizado al estado para que los defienda. Lo que ha caracterizado el capitalismo de América Latina ha sido la alianza entre el estado y unas cuantas grandes empresas privadas. Un capitalismo de amigotes. Esta provocó la gran frustración de las privatizaciones de hace 20 años. El APRA, sin embargo, es un partido de centroizquierda y Alan García es un gran comunicador. ¿Pudiera jugar el Perú un papel de liderazgo latinoamericano? No es imposible.
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