Aug 27, 2006

El proceso de reconstrucción institucional

Según Mariano Grondona, a pesar del implacable proceso de destrucción institucional que lleva adelante Kirchner y su gobierno, se está dando una especie de despertar de la resistencia republicana. Vuelvo con lo mismo, lamentablemente no puedo compartir su optimismo. Pero no se preocupen, él es el analista profesional y yo sólo opino porque es gratis:

Cuando se hace su inventario, esta lista de voluntades no resulta nada desdeñable. ¿Cuál es, empero, su debilidad? Que las fuerzas que resisten la ofensiva kirchnerista, en vez de sumarse, libran cada una su propio combate. Que, más que un continente, parecen un archipiélago.

La desunión de los no kirchneristas se debe en parte, por supuesto, al atávico narcisismo de los argentinos. Otro factor más profundo es que los no kirchneristas se pierden, por ahora, en el antikirchnerismo.

El antikirchnerismo corre el peligro de convertirse en una nueva versión del antiperonismo. Como el Presidente es el más irritante de los políticos, pone a los que no lo siguen ante el peligro inminente de la gastrokirchneritis . Pero ya se vio en la resistencia al peronismo originario que la reacción de piel contra una empresa dictatorial puede incluso derrotarla en un momento dado pero, por no haberse concebido a sí misma como una empresa superadora en lugar de quedarse con su creciente irritación, cuando eventualmente vencen al peronismo, los "anti" no saben qué hacer con el país al día siguiente de su victoria. Esto, que ya pasó en 1955, en 1983 y en 1999, es una victoria de patas cortas porque, al no tener una propuesta además de una crítica, el no peronismo se agota una vez en el poder, dando lugar de ahí en más al tumultuoso retorno de sus vencidos.

¿Cómo evitar, entonces, que el no kirchnerismo caiga en la visión unilateral del antikirchnerismo? ¿Cuál podría ser la bandera, no ya del antikirchnerismo, sino de un no kirchnerismo superador? Esa bandera no podría ser otra que una enérgica reafirmación republicana , detrás de la idea de que la democracia queda incompleta si al necesario predominio de una mayoría no se le suma el respeto por la división de los poderes y por el pluralismo de las opiniones que caracterizan a la democracia republicana por todas partes y que ya se manifiestan en naciones latinoamericanas como Chile, Uruguay y Brasil aunque no, por supuesto, en las dictaduras incipientes de Venezuela y Bolivia.

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