Muy buen post en lo de José Benegas sobre lo lindo que es ser progre en la Argentina y en el mundo:
Es fácil ser de izquierda en la Argentina. No se te exige pensar, ni ser coherente en los razonamientos. No hace falta respetar los derechos humanos de otros y se goza del derecho humano a la impunidad. Se puede ser el boludo más grande de la historia, como tantos que pululan en la televisión, hasta en los programas de chimentos haciéndose los revolucionarios, que en definitiva bajo la etiqueta de izquierdista amante del Che Guevara se puede decir cualquier cosa sin ser burlado ni rebatido.
Todo bobo lo sabe, modelos, futbolistas, cronistas, berretismo mediático en general: sacar el carnet de izquierdista te da halo de inteligente. Todo chorro lo sabe también, porque ser de izquierda te permite robar sin que los Verbitskys y Monner Sans de la Argentina te investiguen ni te denuncien. Todo asaltante de la calle lo sabe, en lugar de decir que les gusta vivir sin trabajar aunque eso le cueste la vida a las víctimas, deben reivindicar la revolución socialista, aún cuando no sepan que cornos quiere decir eso, y tendrán su libertad asegurada. Todo violento lo sabe: goza del derecho humano a ser violento y el que le responda pagándole con la misma moneda es un genocida.
La izquierda en la Argentina se ha convertido en el gran club de la joda. Pero el problema es que la joda achica el cerebro. Es como jugar en el frontón en lugar de practicar en partido contra oponentes en serio. Ni siquiera necesitan como antes leer El Capital. Ahora alcanza con Patoruzito y despotricar contra Menem y los militares. Listo, pertenencia asegurada. Es probable que esa joda de la izquierda se acabe no porque haya una derecha que le ponga los puntos sobre las íes y les diga que se han convertido en una manga de chantas inservibles, parásitos y mentirosos, sino porque sus cerebros se atrofiarán tanto por falta de estímulo que llegarán en su proceso de boludización al colapso.
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