Jorge Ávila sobre la esquizofrenia argentina. O, para decirlo más de rioba, el gataflorismo argento:
El presidente Kirchner visitó el miércoles pasado la Bolsa de Nueva York para tocar la campana del inicio de la jornada y destacar ante empresarios norteamericanos las oportunidades de invertir y de ganar plata que ofrece el país. Todavía no termino de entender el sentido de esta visita. Más bien, me parece un contrasentido en vista de la cantidad de contundentes manifestaciones anti-mercado del gobierno argentino: a la Shell le mandó un piquete por ejercer la libertad de precios, a los exportadores de carne les cerró la salida por querer aprovechar el aumento del precio internacional del producto, a un terrateniente de EEUU un subsecretario del mismo Kirchner le violentó la propiedad por ser extranjero, a las empresas privatizadas les niega el reajuste de las tarifas porque ganaron mucho en los ‘90, etc. ¿En qué mundo vive el presidente? Tal vez cree que el mundo es tan cínico como se acostumbra serlo en la vida pública argentina.
Pero esta contradicción entre los gestos y los hechos no pasó inadvertida en absoluto. El diario Financial Times, de Londres, criticó duramente al gobierno argentino por las razones que cité arriba. El Wall Street Journal, de Nueva York, se pregunta si la Bolsa modificó sus principios o tuvo una crisis de identidad para poder recibir a un representante de un país que se opone a los inversores; se preguntó incluso si algún economista posmoderno de la Bolsa ha redefinido el concepto de libre comercio.
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