Sep 15, 2006
Wal-Mart, McDonalds, el pueblo y los defensores del pueblo.
Acá un excelente artículo de George Will sobre la progresía y su relación con Wal-Mart.
Me recuerda el día que abrieron McDonalds en Tucumán. En una mesa de café en la que participaba con media docena de compañeros en la facultad de derecho, ubicada media cuadra del local donde McDonalds se instalaría, se armó el debate globalización a causa de la apertura de un local de la multinacional norteamericana. Debate es una forma de decir, nadie compartía mi optimismo frente a este hecho. Las objeciones, las de libro: que la hamburguesa no tiene nada que ver con nuestra identidad hecha de "sanguche de milanga", que la comida es una porquería, que explotan a los empleados (me imagino el golpe que significa esto para una sociedad como la tucumana en la que tratamos tan bien a las empleadas domésticas, por ejemplo), que vienen a llevarse la plata de los tucumanos. Pasaban los minutos, se agrandaba la mesa y con ella aumentaban los argumentos en contra de McDonalds. Yo, más solo que nunca defendiendo a una empresa en la que he puesto el pie en un par de ocasiones en toda mi vida. Los argumentos esgrimidos eran cada vez más ridículos ("la carne es de gato") y sólo superaban mi asombro las propuestas que tiraba este grupo de futuros legisladores, jueces y funcionarios: prohibir que una empresa con capital extranjero obtenga ganancias en la provincia, imponerles mayores tributos, etc.
Que depresión.
Pero al final no me sentí tan solo, cuando emprendía el regreso a casa me llamó la atención una muchedumbre enfilada en un espacio que cubría casi dos cuadras de la calle 25 de mayo. Era la cola de personas de escasos recursos, no estudiantes mantenidos por sus padres por supuesto, que estaban esperando una oportunidad de llenar uno de los 15 o 20 puestos de trabajo que McDonalds necesitaba cubrir.
Este divorcio de la realidad entre los pobres y los privilegiados con educación que pretenden erigirse en sus defensores es uno de los problemas más grandes que tiene nuestra sociedad.
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Cuando no los progres hablando de orejas. El problema es que no saben como ganarse el dinero con su propio esfuerzo. Esperan que el estado les subvencione por sus "brillantes contribuciones" a la sociedad. El día que puedan montar un negocio "mas solidario" con el trabajador y que a la vez sea exitoso, ese día (osea nunca) les creeré.
ReplyDeleteTotalmente de acuerdo.
ReplyDeleteMuy bueno, Ramiro. Conozco tanta gente con este discurso que es realmente deprimente. Y me acuerdo de haber tenido esta misma discusión cuando abrieron el primer McDonald’s en Tucumán con algunos amigos que, lejos de admitir su antimodernidad, se creían y se creen de vanguardia.
ReplyDeleteTengo amigos en Argentina que se pasaron toda la década del 90 diciendo que no iba a andar. Vivian cada logro, cada nueva inversión, cada obra de infraestructura como un afrenta personal, un agravio más que debían soportar.
Conseguir un teléfono en pocas semanas, un camino nuevo, el aeropuerto remodelado, viajar en avión, entrar a EEUU sin visa, comprarse una casa a crédito eran ofensas imperdonables. Cada teléfono público era una patada en el hígado.
Paradójicamente, estas mismas personas se convirtieron inmediatamente en activos apologistas del actual modelo de país. Viven el más grande fracaso de la historia institucional argentina como un éxito y reivindicación personal. Nunca lo voy a terminar de entender.