Roberto Cachanosky sostiene que a la oposición la une el espanto pero con eso solo no alcanza. Ponernos todos de acuerdo en lo que no queremos es considerablemente más fácil que estar de acuerdo en lo que queremos.
Como vengo diciendo por acá, creo que si queremos evitar una nueva experiencia del tipo de la “Alianza”, es necesario una oposición que tenga propuestas muy concretas y consensos de mínima:
De todas maneras, la inquietud por la cuestión institucional sigue siendo el tema dominante en la oposición. Diferentes sectores no kirchneristas ven con preocupación el escaso respeto por la división de poderes, la política de constante confrontación del Gobierno, los enfrentamientos que esta política genera dentro de la sociedad y el riesgo cierto sobre derechos civiles básicos como la libertad de expresión o la transparencia en los actos electores. Lo de Misiones es un claro ejemplo al respecto, al igual que el reparto de electrodomésticos en la provincia de Buenos Aires en las elecciones de 2005.
Ahora bien, el gran desafío que tendrá que enfrentar la oposición para tener chances de ganar consiste en diferenciarse de la Alianza de 1999, cuando el FREPASO y el radicalismo conformaron un frente electoral cuyo único objetivo pasaba por ganarle al peronismo. La Alianza terminó en un gran fiasco porque, en rigor, no tenía un plan de gobierno superador de lo que se había hecho en los 90. En vez de construir y mejorar sobre lo que se había hecho, la Alianza quedó paralizada en su acción de gobierno. Lo mismo podría ocurrirle a un nuevo frente opositor si, además de pacificar los ánimos y respetar la división de poderes junto con la libertad de expresión, no elabora un plan económico consistente.
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