Dec 2, 2006

Mi aporte


Como buenos resentidos, mucha gente en la Argentina necesita pelearse con alguien para sentirse importante. Pero, como al mismo tiempo se trata de cagones a decir basta, con alma de patoteros, sólo nos metemos en peleas que estamos convencidos de que no podemos perder.

La vez pasada, en un muy triste error de cálculo, la cosa fue con Inglaterra. Todavía me acuerdo de los que decían que no pasaba nada, que para mandar unos barcos los ingleses tenían que hacer una vaquita para la nafta. Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla; qué venga el principito; con el Regimiento de Patricios ya les ganamos antes, esta vez lo volvemos a hacer sin problema. Me imagino que todavía nos acordamos de cómo terminó la cosa.

Un poco antes fue con Chile. En un par de días las tropas argentinas y sus valientes comandantes estarían en Valparaíso meando en el Pacifico. Todavía doy gracias al cielo de que la guerra no se produjo, porque muy probablemente ahora necesitaríamos pasaporte para viajar a Mendoza. Pero nos salvamos de casualidad, a horas de comenzar un ataque.

Después de años de un enorme trabajo para tratar de recomponer la imagen internacional del país, ahora volvemos a las andadas. Esta vez es con Uruguay. Tampoco pasa nada, les pegamos un par de gritos, un par de empujones y se vuelven llorando con el culo roto. En nuestro estado permanente de exaltación emocional estamos convencidos de que existen innumerables países en el mundo que se pueden dar el lujo de perder las mayores inversiones de su historia.

Yo no soy un experto en el tema ni mucho menos. Pero desde acá me gustaría, respetuosamente, hacer un aporte y sugerir que cambiemos de enemigo antes de que sea demasiado tarde.

Yo creo que si realmente necesitamos humillar a alguien para sentirnos importantes y bien machos, dejemos a Uruguay y miremos a Bolivia. Pensemos que si nos esforzamos, con lo geniales que somos, siempre es posible encontrar alguna excusa para un conflicto diplomático que posteriormente con mucha facilidad se puede escalar hacia un enfrentamiento armado.

Creo que un conflicto con Bolivia ofrece numerosas ventajas sobre uno con Uruguay. Pensemos solamente que ante una eventual derrota de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas Nacionales, Populares y Progresistas en un ataque preventivo a Villazón, las fuerzas invasoras bolivianas en Jujuy seguramente sufrirían enormes bajas entre los soldados que desertarían en masa para quedarse a vivir en Argentina.

Sólo les pido considerar la idea.

3 comments:

  1. Louis,

    Tocaste el tema del resentimiento que da para discutir un rato largo.

    En principio, creo que somos profundamente resentidos y, por lo tanto, totalitarios. Desde Nietzche se sabe que el resentimiento (él lo usaba en otro sentido) es el motor de los gobiernos totalitarios.

    La ideologías totalitarias sistematizan el resentimiento; por eso al tomar el poder, lo primero que hacen es señalar un enemigo (aristócratas, judíos, burgueses, kulaks; militares en el caso argentino) al que persiguen sin piedad por considerarlo el causante de los males que esos resentidos dicen haber sufrido. No persiguen a personas determinadas por motivos determinados, sino a grupos a los que consideran peligrososos y culpables.

    Siempre hay ideólogos detrás de esos regímenes: Saint Just, Lenin, Hitler. ¿Verbitsky, etc?. Las ideologías no buscan la verdad sino el poder.

    Tenemos gobiernos totalitarios porque se adaptan a nuestra forma de ver la realidad.
    No hablo de gobiernos totalitarios en el sentido hegeliano para el que no hay diferencia entre Estado y sociedad ( El Estado crea la sociedad) sino en un sentido más tradicional, como estructuras centralizadas de poder que no se detienen ante la ley ni se autolimitan mediante una constitución. Los gobiernos de ese tipo pretenden abarcar todos los aspectos de la vida de la sociedad.

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  2. Carlos, yo creo es un tema muy complicado. La gran Clase Media Progre Argentina, que es básicamente la clase media de los grandes centros urbanos del país, se la da de sensible, progresista, sofisticada, con conciencia social. En realidad se trata de una masa de argentos venidos a menos, resentidos, envidiosos, reaccionarios, llenos de odios y rencores, que siempre pretendió cagar más arriba del culo, para los que las apariencias son todo. Es muy difícil construir algo positivo en base al odio.

    Lo de Argentina, más que Hitler o Stalin, me parece que se aproxima mucho más a Mussolini y el fascismo italiano de medio pelo. Puede ser muy dramático para mucha gente, pero es prácticamente imposible tomarlos en serio.

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  3. "Todavía doy gracias al cielo de que la guerra no se produjo, porque muy probablemente ahora necesitaríamos pasaporte para viajar a Mendoza."

    Ja! Buenísimo...

    El problema es que va a ser jodido pelear en la altura, acordate que "la pelota no dobla".

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