Aldo Abram sostiene que sin seguridad jurídica no hay boom exportador. Pero qué antiguo, por favor:
¿Cuál es el problema? Los aumentos del tipo de cambio real que producen las devaluaciones tienen impactos breves; ya que se diluyen en la medida que los costos internos vuelven a acomodarse al alza y afloran las ineficiencias propias de la economía. Por el contrario, en períodos de larga estabilidad (por ej. 1991-2001) la participación de las exportaciones en el PBI en términos constantes se incrementa (por ej. 1993-2001); ya que se puede planificar e invertir logrando ganancias permanentes de eficiencia y, por ende, de competitividad.
Entonces, si la clave es la inversión, deberíamos preguntarnos si es esperable que abunde en un país dónde: a) si los precios internacionales de lo que produzco aumentan, el sector público me pondrá una retención o me restringirá la exportación para bajar los valores domésticos; b) por la falta de regla de juego y de sistemas de fijaciones de tarifas de los servicios públicos no se invierte en el sector y no hay garantías de provisión de agua o energía; c) me pueden obligar a venderle a alguien mi producto a un precio menor a su valor (ej. gasoil, trigo de harina, etc.); d) me pueden fijar precios máximos de venta de mi producto sin que haya una ley que lo autorice; e) para cobrar una deuda del Estado me pueden obligar a “invertirla” en lo que el gobierno decide; f) el gasto público no cesa de aumentar y no se destinan recursos para disminuir una presión tributaria que bate récord año a año; en una palabra, g) en un país con una seguridad jurídica debilitada y en el que las reglas de juego, ganadores y perdedores son determinados por la decisión arbitraria de un funcionario sin las restricciones que impone la Constitución Nacional.
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