Para empezar el año con temas livianos, Jorge Ávila sobre la debacle de fines de 2001, que significó la vuelta a las andadas, a la Argentina de siempre:
El impacto financiero y emocional del pánico de 1995 fue grande. A partir de entonces, los bancos comerciales entendieron cabalmente el significado práctico de la inconsistencia entre la Convertibilidad y el encaje fraccionario, y el BCRA inició una etapa de refuerzo de las regulaciones prudenciales. El sistema bancario argentino a fines de 2000 era más sólido que a fines de 1994. Desafortunadamente, la conducción política y el manejo técnico de la crisis fueron tan desacertados en 2001 como acertados habían sido en 1995.
A mí no me cabe ninguna duda de que nos empeñamos en un fenomenal proceso de zapa de todo el andamiaje institucional que sustentaba la economía del país. Creo que el final llegó con el vergonzoso circo para desplazar a Pedro Pou del Banco Central. Muchos inversores y ahorristas empezaron a comprender que después del impuestazo de Machinea, del manotazo a las AFJP y a los tenedores de pesos, muy pronto les iba a llegar el turno a los depósitos.
De todos modos, creo que nadie, ni en el peor de los escenarios, se imaginó que el saqueo iba a llegar a tal magnitud.
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