Quienes pertenecen a la elite de los que piensan no dependen de la aprobación de terceros, porque saben que el atributo que significa pensar, discernir, evaluar, disecar, analizar, racionalizar, no esta dado por la opinión de otros, sino que se genera en uno mismo.
La mente simple, estúpida, fácilmente manipulable, iguala el pensamiento elitista con "tener razón." Nada más alejado de la realidad. Poco le importa a quien pertenece a la elite de los que piensan el tener razón, en cambio, si le importa mucho la búsqueda de la verdad; lo que significa tener razón a veces, y estar equivocado otras.
Ahora, se da un fenómeno por demás curioso, pero no exento de cierta lógica: Quienes pertenecen a la elite de los que piensan, van sacando conclusiones basándose en hechos concretos y análisis racional. Por lo tanto, a través del tiempo, forman sus opiniones a través de aquellas fuentes de información que son más veraces, en vez de "agarrarse" de aquellas otras que le brindan confort simplemente porque le dan la razón.
Y va un ejemplo práctico:
Durante el último ano, el promedio de muertes violentas en Irak fue de unas 45-50 por día. Alto si, pero muy por debajo del promedio de muertes violentas en Sudáfrica, Venezuela, o el estado de California.
Cuando la revista científica The Lancet publica un estudio que indica que la cantidad de muertes violentas en Irak asciende a un promedio de más de 1000 por día (500.000 en un ano), una mente elitista sabe que eso no es verdad. Una mente elitista sabe que la prensa progresista anti-war hace todo lo posible por difundir la "catástrofe" que es Irak, y no dejaría pasar la "noticia" que serian los mas de 1000 cadáveres, día tras día, en las calles y morgues de Bagdad.
La mente simple, en cambio, toma la cifra de 500,000 para decir "que barbaridad!" y la utiliza en sus argumentos, hoy, mañana, y el día siguiente, sin siquiera demostrar capacidad para analizar el despropósito de la misma.
La prensa que manipula a estas mentes simples, arteramente, da la noticia del estudio original, pero omite la crítica al estudio y la conclusión de la editorial de The Lancet, que le quita validez al mismo.
Como este, hay cientos de ejemplos, en política, en ciencia, en educación, etc., etc.
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