Honestamente cada día entiendo menos. No pasa un día sin que seamos bombardeados en todos los medios sobre las catástrofes que nos esperan por el “calentamiento global” y/o el “cambio climático”. El fin del mundo sólo puede ser evitado si volvemos al “noble salvaje”. El único camino es volver a vivir como la familia Ingalls en la serie de televisión.
Como comentaba hace unos días, líderes internacionales, expertos, científicos, periodistas, artistas y pensadores nos dicen que debemos tener fe ciega en el hecho de que el aumento de la temperatura promedio de la tierra es una anomalía y no forma parte del ciclo normal de variaciones del planeta. Además, debemos adherir sin reservas a la creencia de que la causa principal de este aumento de la temperatura es la actividad humana.
Y, como si fuera poco, aún si se cumplieran los peores escenarios de los fundamentalistas ambientales y la tierra se estuviera calentando aceleradamente, nos aseguran que debemos gastar miles de millones de dólares por año, el equivalente a varios puntos del producto bruto mundial, durante décadas para cumplir con los dictados del “tratado de Kyoto”, que hasta sus más fervientes defensores admiten que en el mejor de los casos tendría un efecto tan débil que la variación de la temperatura resultante sería imposible de medir con la tecnología actual.
En resumen, debemos gastar centenares de miles de millones de dólares para poner en práctica una solución que no funciona para un problema que no estamos seguros si existe.
Todo lo anterior contrasta muy marcadamente con la actitud que tiene mucha de esta misma gente en relación a un problema concreto y real, de carne y hueso, perfectamente mesurable y comprobable en el aquí y ahora. Me refiero a la amenaza para el mundo que representa que un régimen teocrático fundamentalista islámico como el de Irán disponga de armamento nuclear.
Aparentemente, para tomárselo en serio no es suficiente con que el presidente de Irán se haya cansado de anunciar en cuanto foro internacional existe que su principal objetivo es lograr la desaparición física de Israel.
No sólo que a nadie parece movérsele un pelo ante esta situación sino que cualquier persona que trate de advertir del serio riesgo es inmediatamente acusada de estar exagerando, de ser ignorante, neocon y promover los intereses de los "lobbies pro guerra".
Me parece que hemos caído en un grado tal de achanchamiento, de conformismo ideológico, de anestesia moral, que preferimos toda la vida gloriosas soluciones teóricas a problemas imaginarios en lugar de ocuparnos de los problemas verdaderos que requieren que nos arremanguemos y metamos la mano hasta el fondo.
Me pregunto qué pasaría si los líderes occidentales dedicaran al problema nuclear de Irán y del terrorismo fundamentalista islámico el 10% del tiempo y los recursos humanos y materiales que dedican al “cambio climático” y el “calentamiento global”.
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