Carlos Alberto Montaner se pregunta si la proyectada ampliación del canal de Panamá puede hacer que caiga sobre ese país la "maldición de los recursos naturales":
Un Canal que genere ingresos multibillonarios sería para los panameños algo parecido al petróleo para los jeques del desierto: la tentación de desarrollar un Estado rentista en el que los ingresos producidos por esos vitales servicios marítimos se utilicen para subsidiar empresas ruinosas, generalmente explotadas por cortesanos deshonestos coludidos con políticos corruptos, pagar por gastos extravagantes, aumentar exponencialmente el número de empleados públicos innecesarios, y sostener a una multitud de clientes políticos que le temen al trabajo más que al diablo y se acostumbran a malvivir de las dádivas del Estado.
Generalmente, los Estados ricos mantienen en la miseria a las sociedades a las que supuestamente sirven. Ese es el caso de Nigeria, Irak, Libia, Irán, y fue el de la URSS y sus satélites mientras existió la pesadilla comunista en Occidente. Y la razón es muy simple: el Estado rico, y mucho más si es un Estado-empresario, suele ser secuestrado por las élites del poder que lo colocan a su servicio. En alguna medida, este fenómeno ocurrió en la Venezuela anterior a Hugo Chávez, aunque posteriormente el teniente coronel multiplicaría por cien los disparates y atropellos cometidos en ese desdichado país durante los cuarenta años de democracia venezolana.
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