Según Jorge Castro, la Argentina vuelve a perder otro tren. Siempre es lindo tener esperanza pero me pregunto si no será el último:
Lo cierto es que la reconstrucción del eje entre Estados Unidos y Brasil en torno al tema energético tiene una importancia política equivalente al acuerdo entre Franklin Delano Roosevelt y Getulio Vargas en la Segunda Guerra Mundial, que transformó a Brasil en el principal aliado de Estados Unidos en América latina. La Argentina, aferrada a la neutralidad, sufrió entonces las consecuencias de su ausencia política al reformularse el sistema de poder regional y mundial. Hoy, los biocombustibles se convierten en la nueva divisoria de aguas en el continente. La cuestión, como en 1940, es si la Argentina estará nuevamente ausente.
Es obvio que el país tiene una gigantesca potencialidad en el desarrollo de biocombustibles. La Argentina, hasta ahora, mira desde afuera el desarrollo de este proceso crucial, que signará por muchos años la política sudamericana, con implicancias mundiales, al igual que sucedió en la década del 40. Si por medio de una retórica de confrontación, que responde exclusivamente a necesidades de política doméstica, mantiene su ausencia, la consecuencia será una profundización de su irrelevancia internacional y de su aislamiento en el mundo.
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